La nueva decisión del gobierno estadounidense resulta coherente con la defensa de la vida humana.
El Presidente de EEUU, Donald Trump, ha dado un nuevo paso en la lucha contra el aborto, anunciando el fin en los laboratorios federales (NIH, por sus siglas en inglés) de la investigación con tejidos procedentes de fetos abortados (ver AQUÍ). Si bien esto no significa que este tipo de investigaciones no se llevarán a cabo en el país, esta es una medida que disminuirá el número de líneas de investigación en este campo. Además, distintos estados están legislando en contra del uso de tejidos fetales en investigación (ver AQUÍ).
A raíz de estas disposiciones, diversos científicos han levantado la voz en contra de dichas medidas, alegando que las investigaciones con tejidos de fetos abortados tienen gran importancia biomédica, como puede ser en el desarrollo de vacunas contra el virus del Zika y del SIDA, aunque la administración de Trump contra argumenta que existen alternativas para estos fines.
Al margen de ello, el uso del tejido fetal también se está utilizando actualmente en estudios del desarrollo humano (ver mas).
Desde el punto de vista ético, si se consideran por separado las investigaciones con tejido fetal y el aborto inducido, no se les puede atribuir juicios morales equivalentes, ya que en el primer caso la intencionalidad es producir conocimiento y avances biomédicos y en el segundo caso la intención y el hecho son acabar con una vida humana.
No obstante, no resulta fácil considerar los dos casos por separado. Ciertamente, cuando se plantean estas líneas de investigación, como proyectos de investigación a largo plazo, a partir de los recursos disponibles (que incluyen el material fetal), se está implícitamente asumiendo el aborto inducido como una realidad lícita y formalmente establecida. Por ello, desde una postura que defienda la vida y la dignidad humanas desde la concepción, no tiene sentido plantear estas investigaciones, ya que los medios que se necesitan para llevarlas a cabo son ilícitos, por lo que la nueva decisión del gobierno estadounidense resulta coherente con la defensa de la vida humana.
Vale la pena mencionar la diferente valoración moral entre el planteamiento y desarrollo de estas investigaciones con el uso de medios médicos que ya se han obtenido por estos medios, como es el caso de algunas vacunas (ver AQUÍ).
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