El 30 de marzo de 2001 se utilizaron por primera vez células madre adultas de la propia médula ósea de a un paciente de 46 años que padecía un fallo del ventrículo izquierdo, secundario a un infarto de miocardio (Dtsch Med Wschr 126; 932-938, 2001). En julio de ese mismo año se repitió un tratamiento parecido al anterior pero inyectando en sus coronarias células madre autólogas, aprovechando una intervención de by-pass, a un paciente de 61 años con un fallo cardiaco también tras un infarto de miocardio (Lancet 361; 45-46, 2001).
Estos estudios dieron paso a un amplio número de ensayos clínicos en pacientes con enfermedad cardiaca aguda o crónica, como infarto de miocardio agudo, fallo cardiaco agudo y cardiopatía dilatada.
Ahora, diez años después de esos primeros trabajos, la prestigiosa revista Journal of the American College of Cardiology (58; 1095-1104, 2011) revisa la situación de la terapia celular, en la isquemia cardiaca.
En general, se puede afirmar que los trabajos realizados demuestran un objetivo beneficio clínico de la terapia celular, según la «New York Heart Association», en pacientes con un fallo cardíaco avanzado.
Otro aspecto importante es que no se han detectados efectos secundarios negativos, especialmente arritmias.
Las tres principales indicaciones de la terapia celular en pacientes cardíacos son: infarto agudo de miocardio, fallo cardíaco isquémico crónico y cardiomiopatía dilatada.
Resulta muy interesante recordar que el uso de las células madre adultas, especialmente las autólogas (del propio paciente) no tiene ninguna dificultad ética, al contrario que el uso de células madre embrionarias, por lo que todo el amplio campo de la terapia celular en los pacientes cardíacos es una objetiva y esperanzadora posibilidad terapéutica que sin duda se concretará en eficaces tratamientos en los próximos años.
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