Los embrollos de los niños de encargo
Un inesperado efecto colateral del reciente terremoto en Nepal fue la evacuación urgente por el gobierno israelí de 26 recién nacidos por maternidad subrogada, en su mayoría indios. Los padres contratistas eran casi todos gays. Las leyes israelíes no permiten este comercio en su país, y a su vez las leyes indias restringen la maternidad de alquiler a parejas heterosexuales casadas, así que las indias cruzan a Nepal, donde hay manga ancha, para tener sus niños.
Es uno de los embrollos que está originando este tráfico internacional de bebés. El año pasado dio varias vueltas al mundo el caso de Gammy, un niño con Down regalado a su madre de alquiler en Tailandia por la pareja australiana que lo había encargado y que sí se llevó a la hermana gemela Pipah, nacida en el mismo lote. Los compradores, al enterarse de que uno de los bebés era Down pidieron a la madre que lo abortara, pero ella, Pattaramon Janbua, se negó invocando sus creencias budistas. El caso ha motivado que el gobierno tailandés prohíba este negocio.
La maternidad subrogada en los últimos años se ha disparado, impulsada por las parejas gays
El primer vientre de alquiler se remonta a 1985. La maternidad subrogada ha sido más bien anecdótica, pero en los últimos años se ha disparado, en especial impulsada por las parejas gais. En Gran Bretaña se esperan este año unos200 niños de alquiler y unos 2.000 en Estados Unidos. Al margen de la falta de legislación y control en muchos países, lo que está provocando numerosos conflictos, «el espectro de una mujer del tercer mundo que recurre a estos acuerdos, motivada por circunstancias económicas desesperadas, plantea delicadas cuestiones éticas», escribía Anne Schiff en el Jerusalem Post. Si tales contratos se hicieran en igualdad de condiciones, con asesoramiento psicológico y atención médica adecuada, quizá fueran menos escandalosos, pero la deriva actual los deja abiertos a la explotación. Y en cuanto a los intereses de esos niños, Schiff los pone en paralelo con los niños adoptados: «Sin embargo, no deberíamos apresurarnos demasiado aceptando esta analogía: la adopción normal está centrada en el niño, mientras que la subrogación se focaliza en el adulto. En otras palabras, la meta de la adopción es proteger los intereses de un niño cuyos padres biológicos son incapaces de atenderlo. La meta de la maternidad de alquiler es engendrar un niño con el propósito de satisfacer los deseos de los adultos»
(José Ramón Zárate, Diario Médico,14-VI-2015).
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