El prolífico químico español de la Universidad de Córdoba admite la presión por publicar y la existencia de un “mercado” oculto de compraventa de artículos científicos.
La prometedora trayectoria del químico español, Rafael Luque, uno de los investigadores más prolíficos y citados del mundo, podría acabar arruinada por un supuesto fraude en la publicación de artículos científicos que le atribuye la Universidad de Córdoba. Esta institución académica ha suspendido de empleo y sueldo al científico, durante un periodo de 13 años, por tener un contrato de funcionario a tiempo completo y, sin embargo, firmar artículos científicos como investigador de una universidad de Arabia Saudí y otra de Rusia. Luque, que admite la presión por publicar y la existencia de un “mercado” oculto de compraventa de artículos científicos, atribuye la sanción a “cuatro envidiosos y mediocres”, según las informaciones de los diarios digitales El País y ABC.
Luque ha ocupado hasta el momento un puesto destacado en la élite científica mundial. Durante cinco años consecutivos, ha figurado en el ranking de los investigadores más citados, según la lista elaborada por la prestigiosa empresa Clarivate. Además, se ha consagrado como uno de los autores más prolíficos con una capacidad de publicar durante este año 2023 un artículo cada 37 horas en revistas de alto impacto y su prestigio ha sido ampliamente reconocido con numerosos premios como el Green Talents del Ministerio Federal de Educación e Investigación BMBF (Alemania) o el TR35 del MIT (EEUU) a sus investigaciones en el ámbito de la química verde o sostenible. Sin embargo, esta brillante trayectoria se ha visto empañada tras la decisión de la Universidad de Córdoba de sancionar a Luque con una suspensión de empleo y sueldo en los próximos 13 años, alegando un supuesto fraude en su quehacer científico. Los medios de comunicación nacionales se hacían eco el pasado 31 de marzo y el 1 de abril de la decisión de esta institución académica, adoptada tras comprobar que el científico español, funcionario a tiempo completo de la universidad cordobesa, había firmado artículos como investigador de la Universidad de Arabia Saudí, Rey Saúd, en Riad, y de la Universidad rusa de la Amistad de los Pueblos, con sede en Moscú, según los diarios El País y ABC.
Luque ha reconocido a los citados rotativos que compatibilizó desde 2019 la firma de artículos como investigador de la universidad saudí con su puesto de profesor e investigador de la Universidad de Córdoba. El químico español alega no haber recibido “directamente” compensación económica de las universidades saudí y rusa, aunque sí admite “financiación para sus análisis, viajes en clase referente y hoteles lujosos”.
Luque afea la sanción de la Universidad de Córdoba y relaciona la decisión de suspenderlo de empleo y sueldo con una falta de sintonía con el anterior equipo rectoral de esta institución. “Me tienen manía porque soy un científico muy prolijo y me adora muchísima gente que sabe de mi valía. Son cuatro envidiosos y mediocres”, según recoge el diario El País como declaraciones del investigador español. Éste denuncia no sentirse apoyado por la universidad cordobesa que, en su opinión, “le debe el puesto” en el ranking de Shanghái.
Publish or Perish
Por otro lado, el químico español ha reconocido al diario ABC que “existe una presión brutal entre los investigadores por publicar” e incluso admite la existencia de un mercado de “compraventa” de artículos científicos. Este asunto resulta relevante, ya que el investigador, cuantas más citaciones reciba, logra un mayor reconocimiento que se traduce en alumnos para las universidades, pero también en financiación para sus investigaciones. De esta forma, la publicación deja de ser un instrumento al servicio de la investigación para convertirse en un objetivo en sí misma, alimentando el fenómeno del fraude científico. Esta presión ha hecho popular entre los investigadores el axioma “Publish or Perish”. Los investigadores valencianos Julio Tudela y Justo Aznar, en un ensayo publicado en 2013, dieron un atinado giro lingüístico: “publicar y morir” que bien puede aplicarse al dramático final de numerosas carreras científicas (ver más aquí).
El caso de Rafael Luque, al margen del juicio moral particular que merezca, reaviva la preocupación por la extensión del fraude científico. La bioética personalista considera la investigación como un acto humano que debe regirse por principios éticos tanto en los medios que se utilizan como en los fines que se buscan, teniendo en cuenta que la falta de rectitud moral desacredita y pone bajo sospecha la actividad científica. La imposición de sanciones a los autores de fraude debe hacerse, aunque se antoja insuficiente para acabar con estas prácticas faltas de ética. En su artículo, Tudela y Aznar proponen la inclusión de la enseñanza de Bioética en los planes de estudios, incluyendo contenidos sobre la buena praxis en la investigación y prevención del fraude y proponiendo, a la vez, modelos éticos de lideres y de centros punteros de investigación a fin de promover la búsqueda de la verdad y el buen hacer científico.
Desamparados C. Aygües
Alumna del Master en Bioética
Universidad Católica de Valencia
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