He Jiankui pasó tres años en prisión por haberse saltado las normativas médicas y éticas más básicas al crear las primeras bebés nacidas tras haber sido editados sus genomas para hacerlas inmunes al VIH.

En 2018, el investigador editó el genoma de varios embriones humanos en sus estados iniciales de desarrollo porque quería producir niños resistentes a contraer la enfermedad. Así, consiguió que nacieran en China unas niñas gemelas modificadas genéticamente de manera que no pudieran desarrollar SIDA, que padecían sus padres biológicos.

Jiankui realizó el experimento aun sabiendo que existen métodos más seguros para conseguir ese objetivo.

A pesar de que el genoma de uno de los embriones contenía errores no deseados, Jiankui siguió adelante con el experimento e implantó esos embriones para conseguir un embarazo por fecundación in vitro. Desde el nacimiento de las gemelas en 2018 y de otra niña en 2019, no se ha sabido nada de ellas. China se ha encargado de proteger sus identidades.

En 2019 He Jiankui fue condenado por los experimentos a tres años de cárcel, junto a dos colaboradores. Tras salir de prisión en 2022 creó el “Instituto de Investigación de Enfermedades Raras”. En él pretende investigar para curar enfermedades genéticas a niños y adultos, pero no embriones.

Con el fin de financiar sus experimentos pretende conseguir que varios millonarios chinos le donen 1000 millones de yuanes (137 millones de euros). Si consiguiera esa cantidad de dinero asegura que curará enfermedades genéticas en unos tres años.

Algunos expertos en edición genética consideran que las herramientas utilizadas para la edición de líneas germinales todavía no son seguras para ser utilizadas en humanos, pues introducirían cambios en el ADN que pasarían de generación en generación.

En 2022 se realizaron los primeros ensayos clínicos de terapias con CRISPR, pero en modificaciones no heredables.

En cuanto a la vuelta a la investigación de He Jiankui, la gran mayoría de científicos consideran que no se le debe rehabilitar tras haber incurrido en una práctica de tan graves consecuencias éticas y médicas.

Sin embargo, no todos opinan así, ya que ha sido invitado a dar una charla en la Universidad de Oxford y también impartirá ponencias en Congresos científicos en Estados Unidos y Europa.

En el documental Make people better de Cody Sheehy, que profundiza en el entorno del investigador, se explica que al menos 20 personas estaban al tanto de sus experimentos con CRISPR en embriones humanos.

Entre los que sabían que estaba cruzando las líneas rojas de la ética en biomedicina había prestigiosos científicos, que no alertaron de los peligros de la experimentación en humanos. Uno de ellos le ayudó a entrevistar a parejas portadoras de VIH que quisieran participar en su experimento. Incluso un publicista le diseñó una campaña para dar a conocer su “hito”, mediante la publicación de vídeos y artículos científicos. También le ayudaron los científicos que formaban parte de su laboratorio y los que consiguieron inversores para sus proyectos.

A pesar de ello, no se han tomado medidas legales contra de ninguno de ellos.