Esta semana se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el Real Decreto que regula la formación transversal de las especialidades en Ciencias de la Salud, después de que se aprobara el martes pasado por el Consejo de Ministros.

El objetivo de la normativa es «mejorar y reforzar» la formación de los profesionales durante el periodo de residencia, así como garantizar que los especialistas en Ciencias de la Salud adquieran un conjunto de competencias transversales mediante un programa común obligatorio que se incorporará al itinerario de la especialidad. Además, esta norma regulará la creación de nuevas especialidades con criterios técnicos (ver más).

El texto, elaborado por los ministerios de Sanidad y Universidades, establece que la formación transversal formará parte del programa oficial de las especialidades en Ciencias de la Salud, e incluirá ámbitos como la bioética, principios legales, equidad y determinantes sociales, seguridad de pacientes y profesionales, comunicación clínica, práctica basada en la evidencia, uso racional de los recursos, metodología de la investigación o capacitación digital, entre otros.

El real decreto busca mejorar la formación de los profesionales durante el periodo de residencia.

Nuestra valoración

El déficit de los profesionales de la salud en cuanto formación, ampliamente constatado en nuestro país, hace verdaderamente urgente replantearse la impartición de la formación específica en bioética, tanto en los programas de estudio como en la formación de los profesionales en sus respectivas especialidades, asunto que ahora aborda el mencionado Real Decreto. Pero no debe olvidarse que previamente es necesario formar a especialistas en este campo de manera que pueda atenderse con rigor esta necesidad de formación tanto de futuros egresados como de profesionales en sus periodos de residencia.

El vertiginoso avance de las ciencias médicas y sus consecuencias en la investigación y la práctica clínica, no han ido acompañados paralelamente de una adecuada formación bioética de aquellos que serán responsables en última instancia de su aplicación en los pacientes. Sin esta formación, el riesgo de que potentes herramientas biotecnológicas puedan contribuir a dañar a los pacientes en lugar de beneficiarlos, unido al peligro de una tecnificación de la práctica médica que conduzca a su deshumanización, puede dar lugar a un retroceso en la calidad asistencial y en última instancia al respeto de los derechos humanos, específicamente de los más desvalidos y dependientes.

Recibimos por tanto con satisfacción esta iniciativa que solo será verdaderamente eficaz si se lleva a la práctica basada en criterios científicos sólidos orientados a la defensa de la dignidad humana.