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Unplanned

Año: 2019

Duración: 1 h 49 min

País: Estados Unidos

Dirección: Cary Solomon y Chuck Konzelman

Género: Drama | Familia

 

Unplanned está basada en la historia real de Abby Johnson, una mujer estadounidense que se convierte en una de las directoras más jóvenes de la clínica abortista multinacional Planned Parenthood. Esta organización estadounidense ofrece programas, recursos y herramientas sobre la sexualidad y la salud reproductiva, así como el acceso al aborto o métodos contraceptivos.

Abby Johnson comienza como voluntaria en las clínicas, con el objetivo de defender los derechos de la mujer y disminuir los abortos alentando a las mujeres a usar contraceptivos. A pesar de esto, y tal como le advierte su directora, Aby es realmente una proveedora de abortos, a la que pagan para ser un instrumento de la política empresarial. Aun teniendo la desaprobación de su marido y su familia, Aby Johnson decide continuar, convirtiéndose en la empleada del año y futura directora.

Durante su estancia en la clínica, participa en más de 22.000 abortos y “ayuda” psicológicamente a numerosas mujeres, aconsejando y convenciéndoles de que la interrupción del embarazo es la “mejor opción” para ellas.

A lo largo de la película vemos cómo va descubriendo una realidad enmascarada y cómo va enfrentándose a numerosos dilemas éticos dentro de la clínica. Finalmente, su perspectiva da un giro radical al presenciar el aborto de una de las pacientes siendo, pues, consciente de las atrocidades que se realizan en esas salas; describe, así, que la clínica “guarda un sucio secreto que no quieren que nadie sepa”.

En este recorrido, ella revive los dos abortos que realizó en su adolescencia. Cuenta que se sintió desinformada y que tuvo que enterrar esa vivencia para no enfrentarse al sufrimiento que le supuso.

A nuestro juicio, la película trata muy bien distintos problemas de índole ética relacionados con el aborto. El primero, por supuesto es que el aborto supone la muerte de un ser humano, algo que en muchas ocasiones desconocen las madres que van a abortar. Este desconocimiento se relaciona con un segundo problema ético, la desinformación, que en muchos casos llega al engaño. Es inadmisible que profesionales de la salud se refieran a los hijos que van a ser abortados como “coágulos” o masas celulares, cuando sabemos que desde el momento de la concepción el embrión empieza un proceso de crecimiento celular organizado extremadamente complejo y que, en poco tiempo, da lugar a órganos claramente diferenciados, latiendo su corazón ya desde la cuarta semana tras la concepción. Todo procedimiento médico debe cumplir con el consentimiento informado del paciente y en el caso del aborto se ha instaurado el protocolo de la desinformación, empujando a las madres a abortar cuando muchas veces no están seguras de hacerlo. Esto es inadmisible, máxime teniendo en cuenta los riesgos para la madre involucrados en el aborto, que no solo incluyen problemas físicos sino también psicológicos, como la depresión y la ideación suicida. Además de la desinformación, otro problema que también refleja la película es el de la ausencia de consentimiento, informado o no. En algunos casos, las mujeres son presionadas e incluso coaccionadas para abortar, bien por familiares, por la pareja o incluso por el entorno laboral. El consentimiento no es solo una firma, sino que implica la voluntad firme de la persona que lo da tras haber sido suficientemente informada de las opciones existentes y sus consecuencias, además de la naturaleza del acto al que se le somete. No cumplimentar este proceso correctamente añade al ya dramático hecho de provocar la muerte de un ser humano, el atentado al derecho de autonomía de la paciente, que debe decir sin haber sido correctamente informada.

 

Lucía Gómez Tatay

Paloma Aznar

Observatorio de Bioética

Instituto Ciencias de la Vida