Las aplicaciones futuras posibles en la mejora de los procesos degenerativos asociados al envejecimiento, además de las otras posibilidades terapéuticas ya mencionadas, confieren a este hallazgo una gran relevancia, a la espera de próximos ensayos con tejidos humanos.
Un equipo de investigación liderado por el español Juan Carlos Izpisúa Belmonte ha publicado un trabajo en la revista Nature Aging en el que afirma haber conseguido un rejuvenecimiento de células y tejidos en ratones, utilizando la técnica ya descrita por Shinya Yamanaka hace más de 10 años y que le valió la concesión del premio Nobel.
De manera análoga, se ha procedido a reprogramar parcialmente la información epigenética de las células de ratones con envejecimiento prematuro mediante la expresión de factores de reprogramación (Oct4, Sox2, Klf4 y c-Myc). Como consecuencia, las células recuperan parcialmente el estado genético que poseían en etapas juveniles, lo cual parece traducirse en una regresión del proceso natural de envejecimiento, prolongando su vida útil.
No se ha demostrado que este efecto pueda producirse también en ratones en los que no se ha inducido el envejecimiento prematuro.
Los autores afirman que la reprogramación epigenética parcial a largo plazo conduce a efectos rejuvenecedores en diferentes tejidos, como el riñón, la piel y otros tejidos.
Los efectos rejuvenecedores se asociaron con una reversión del reloj epigenético y cambios metabólicos y transcriptómicos, incluida la reducción de la expresión de genes implicados en las vías de inflamación, senescencia y respuesta al estrés.
En general, los investigadores afirman que sus observaciones indican que los protocolos de reprogramación parcial pueden diseñarse para que sean seguros y efectivos en la prevención de cambios fisiológicos relacionados con la edad. Además, concluimos que los regímenes de reprogramación parcial a largo plazo son más efectivos para retrasar los fenotipos de envejecimiento que la reprogramación a corto plazo.
En una entrevista concedida a Diario Médico, Izpisúa afirmó que su equipo descubrió hace unos años que alterando la dosis, frecuencia y duración de unas moléculas llamadas factores de Yamanaka (por el ya mencionado Nobel japonés Shinya Yamanaka) podían programar las células para aumentar su resiliencia y funcionalidad in vitro. Más tarde, en 2016, lo lograron también con animales en estudios in vivo, observando que podía contrarrestar los signos del envejecimiento y aumentaba la esperanza de vida en ratones con una enfermedad de envejecimiento prematuro. Izpisúa afirma que “este año nuestro equipo ha descubierto que, incluso en ratones jóvenes, estos factores pueden acelerar la regeneración muscular. Tras estas observaciones iniciales, otros científicos han utilizado nuestra metodología para mejorar la función de otros tejidos como el corazón, el cerebro o el nervio óptico.”
El estudio actual pretendía, por un lado comprobar si los efectos beneficiosos que previamente se observaron en ratones con diversas enfermedades también ocurrían en ratones sin ninguna patología, y, por otro, si este fenómeno de producía en diferentes etapas de su vida. Los ratones fueron expuestos durante varios meses a las moléculas de rejuvenecimiento en una etapa de sus vidas equivalente en el ser humano a la mediana edad y a la vejez. Se constató una reversión de las huellas moleculares del envejecimiento tanto en los ratones tratados durante unos días en las etapas finales de su vida, como en aquellos expuestos a moléculas de rejuvenecimiento durante varios meses en su juventud.
Otra novedad de este estudio es que se ha avanzado en el control del nivel de expresión de los factores de Yamanaka, tratando a los ratones solo dos días a la semana. Estos dos aspectos son críticos para prevenir consecuencias negativas, como la aparición de tumores, una de las complicaciones más serias de la utilización de las técnicas de reprogramación celular. Se expresaron los factores de Yamanaka durante una etapa prolongada de sus vidas, no detectándose la aparición de teratomas durante estos períodos de tratamiento.
Las aplicaciones futuras posibles en la mejora de los procesos degenerativos asociados al envejecimiento, además de las otras posibilidades terapéuticas ya mencionadas, confieren a este hallazgo una gran relevancia, a la espera de próximos ensayos con tejidos humanos.