David Bennett, el primer hombre al que se le trasplantó hace dos meses un corazón de cerdo, ha fallecido a los 57 años. El corazón provenía de un cerdo modificado genéticamente para facilitar la compatibilidad del órgano y reducir la respuesta de rechazo inmune del paciente, un estadounidense aquejado de una grave insuficiencia cardiaca.
La cirugía, realizada en el Centro Médico de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) se autorizó, a pesar de no estar suficientemente experimentada, dado el estado terminal del paciente.
Como ya comentamos en un reciente informe del Observatorio de Bioética, estos xenotrasplantes, que es como se denominan, se investigan desde hace décadas. El principal problema que presenta esta línea de investigación es la dificultad para controlar el rechazo inmunológico del receptor, máxime cuando el órgano trasplantado pertenece a otra especie animal.
Además de los riesgos acerca de la imposibilidad de controlar la proliferación de células humanas en organismos animales, tal como ocurre en la producción de híbridos, los experimentos más recientes de xenotrasplantes no presentan más dificultad ética que la de la seguridad del procedimiento, su viabilidad a más largo plazo y los efectos secundarios que pudieran derivarse de la utilización de órganos y tejidos genéticamente modificados proceden de especies animales, con el posible riesgo de zoonosis provocada por transmisión de virus animales al receptor humano. Las incógnitas son muchas y solo una experimentación prudente, con una adecuada evaluación de los riesgos y consecuencias de estos procesos, abrirá el camino a un verdadero avance en el campo de la medicina de trasplantes.