¿No vacunarse es insolidario? Un trabajo de Diego Gracia parte de la base de que “en estas situaciones de crisis social es cuando se pone a prueba la solidaridad de los individuos. Vacunarse debería ser una obligación social. Pero si por lo que sea no lo es, al menos debe quedar claro que, salvo excepciones, se trata de un deber moral”.
Entre los muchos temas susceptibles de debate bioético en relación con la pandemia de la Covid-19 debe mencionarse el del conflicto de la obligatoriedad en la vacunación y el tratamiento que debe otorgarse a las personas que se resisten a vacunarse, en virtud de la defensa de la salud pública y los intentos de contención de la pandemia y sus derivadas.
En publicaciones previas hemos analizado los motivos que avalan la vacunación desde el reconocimiento de las evidencias científicas disponibles y el respeto a los principios bioéticos que defienden la vida humana, la justicia y la solidaridad.
En este sentido, nos hacemos eco de la reflexión que sobre el tema publicó Diego Gracia Guillén, Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina de España, en su artículo publicado en la revista Anales Ranm en julio de 2021, donde analizó los problemas morales que subyacen alrededor de la COVID-19, y en concreto de la vacunación.
De entre los dilemas morales que se presentan en la actual crisis pandémica, Gracia plantea la disyuntiva de si la vacunación debe hacerse obligatoria por las autoridades públicas o debe dejarse a la libre elección de las personas. La pregunta de la que parte es: ¿Hay que respetar a los “objetores” a la vacunación?
Como explica el Académico, «hasta hace poco, hubiéramos respondido un rotundo no, pero hoy, por el contrario, se responde positivamente de modo prácticamente unánime y con igual rotundidad. Lo cual demuestra, cuando menos, que se ha producido un cambio drástico, no solo ante el asunto de la obligatoriedad de la vacunación, sino ante la legitimidad de los poderes públicos para exigir prestaciones sociales que puedan comprometer en alguna medida, aunque sea pequeña, la salud o la vida de las personas”.
¿Es insolidario no vacunarse? El trabajo de Gracia parte de la base de que “en estas situaciones de crisis social es cuando se pone a prueba la solidaridad de los individuos. Vacunarse debería ser una obligación social. Pero si por lo que sea no lo es, al menos debe quedar claro que, salvo excepciones, se trata de un deber moral”.
No hay NINGUNA obligación moral, ni ética de vacunarte, ni de usar ningún tipo de procedimiento que expresamente, en el caso específico de las vacunas covíricas, daña tu salud y no contribuye ningún bien a la sociedad. Se está violentando la autonomía de la persona de elegir por medio de la manipulación de la información encausándola a tomar una decisión condicionada, y en este caso tocando la fibra moral, lo cual es ya muy grave. Se violenta el principio de la no maleficencia por medio de ese engaño de querer creer que estás vacunas covíricas no presentan efectos adversos graves que ponen el riesgo la misma vida de la persona, se violenta el principio de beneficiencia porque es un engaño decir que les va a hacer un bien. Las vacunas, hasta donde las conocíamos, estimulan el sistema inmunológico para proteger la salud de esa persona, estas mal llamadas vacunas, su verdadera definición es terapia génica, no están proveyendo esa protección esperada. Las personas no solo están sufriendo secuelas postvacunación (miocarditis, infartos, trombosis, daño de su sistema inmunológico, etc) sino que además igualmente se están enfermando y enfermando a su entorno. Que bien hay ahí para la sociedad? Se está violentando la justicia al discriminar a todo aquel que decide resguardar su salud con alternativas efectivas. Es grave decir que «es un deber moral vacunarse». Es hipócrita pensar que «vacunarse es pensar en el prójimo» cuando «invitan» a vacunarse por medio de medidas coercitivas (pasaportes COVID para viajar, trabajar, ir a la universidad, al colegio, a plazas, a restaurantes, al supermercado) y cuando estás vacunas solo «protegen» al vacunado y no al que no lo está. Toda esta narrativa de la vacunación está basada en engaños y no es bioético su supuesto analisis. Obligar a alguien a hacer algo en contra de su voluntad no es bioético y grave es que esa obligación sea manipulada con » falso moralismo». No se está practicando el Primum Non Nocere.
Buenas tardes. Me gusta mucho esta newsletter y la orientación que siempre da a los temas bioéticos.
En cambio, me da pena que se publique así, y sin ningún matiz, un artículo que toma partido sobre un tema tan complicado y controvertido, en unos momentos en que la tendencia mundial predominante es a utilizar la pandemia para restringir las libertades y asegurar el control del Estado sobre el individuo.
No me considero nada radical en mis planteamientos, y en cambio cuando leo, estudio y pienso sobre el tema de la imposición de la vacuna, no puedo decir que las cosas sean tan claras.
El autor, que se cita como un experto y sin ningún comentario, dice dos cosas: que debería obligarse a vacunarse (usa el eufemismo de «obligación social») y que mientras no se obligue considera una acción inmoral no hacerlo.
Me parece atrevidísimo, además de que parte para ello de afirmaciones para nada demostradas: que la vacuna es eficaz, que no tiene ningún riesgo ni peligro, etc.
Ante la falta tan grande de información y la desinformación habitual de las autoridades sanitarias mundiales y nacionales acerca del covid, lo mínimo que se puede hacer, si se es ser pensante, es dudar, si no desconfiar.
Creo que hay argumentos suficientes para ser enormemente prudente en esta materia (claro, el acuerdo político y social hace difícil acceder a la información divergente, pero ahí está —una vez filtrada la de personas con una visión radical, que también la hay—). Y menos se debe utilizar la autoridad moral que se tiene (aunque, por ignorancia inculpable, lo hayan hecho incluso representantes de la Iglesia), para imponer sobre esta cuestión un criterio definitivo.
Cordialmente, y con intención de aportar ideas positivas, no de polémica.
El derecho de autonomía es quizás, el que dentro de las políticas de la salud pública encierra mayores dilemas en relación con la responsabilidad a la vacunación. La responsabilidad a la autonomía hace parte de cada persona de aceptar o no aceptar la aplicación del biológico, es individual, colectiva y es recíproca ante la vacunación, en donde las decisiones individuales pueden tener grandes impactos sociales. Un diálogo entre varias áreas del conocimiento la salud pública, el Derecho, la Sociología, la medicina, antropología permitirán resolver parte del dilema ético que se presenta a la hora de valorar y hacer coincidir los intereses comunes e individuales y la necesidad de la vacunación colectiva, la cual en tiempos de pandemia es una responsabilidad moral y un deber social que las corrientes de “opositores, negacionístas, antivacunas, indecisos o reticentes» no quieren aceptar anteponiendo el bien «personal» al bien común. Los “pro vacunas”, rechazan estas corrientes opositoras, resaltando los beneficios en la disminución de las tasas de mortalidad y morbilidad y los brotes menos fuertes y esto es una verdad fundamentada en la razón y la certeza.
Hola,yo no estoy vacunado. Llevo 1 año intentando donar mis vacunas a países que todavía no tienen ni la primera dosis. Pero los insolidarios solo piensan en ponerse terceras cuartas y quintas dosis habiendo millones de personas sin una sola dosis.
Una vez más el 20% de la población con el 80% de la riqueza
Y el insolidario soy yo?