Un cambio de paradigma en los valores que otorgan sentido a la vida de las personas, que pasan necesariamente por la proyección y dedicación hacia los otros, también los hijos, debe construirse con urgencia desde la educación para devolver al ser humano la esperanza de vivir con sentido, de ser para otros.

Según el INE, en su informe demográfico de 2020, la cifra de nacimientos en España no ha dejado de descender desde hace años, pasando de los 486.575 en 2010 hasta los 339.206 en 2020. Respecto al año 2019 (360.617 nacimientos), la caída se sitúa en un 5,9%.

A nivel europeo, España es el segundo país con la tasa de natalidad más baja (7,6%), únicamente por detrás de Italia (7%), según el último informe de Eurostat.

Al hilo de estos resultados, un estudio conducido por Chicco, “Infinity Women”, hace una lectura de la situación actual de la maternidad entre las mujeres de España. Sobre cuáles son los principales retos y temores a la hora de quedarse embarazada, las opciones más repetidas entre las encuestadas son: los motivos económicos (54,9%); es una responsabilidad para toda la vida (49,7%); miedo al parto (30,5%); no saber cuidar o educar a los niños y niñas (28,2%); y la falta de tiempo (27,1%). Otros factores relevantes que condicionan la decisión de la maternidad son: no contar con ayuda (20.8%); la renuncia a la carrera profesional (18.4%); miedo a los cambios físicos durante el embarazo (16.1%); y la renuncia a otras actividades personales o de ocio (15.4%).

Retraso del embarazo

Casi el 20% de las participantes en el estudio, señala como uno de sus principales temores a la hora de quedarse embarazada la renuncia a sus proyectos profesionales y, de hecho, el 40% de las encuestadas confiesa haber retrasado o tener intención de posponer la maternidad por motivos profesionales. El 24,3% de ellas lo ha hecho porque prefiere tener una situación más estable en el trabajo antes de tener hijos, y el 15,9% sostiene que no renuncia a ser madre en el futuro a pesar de haberlo pospuesto. Las mujeres de 25 a 34 años son las que más retrasan sus planes de ser madres (45,6%).

Nuestra valoración

La cultura postmoderna, que propicia la erradicación de todo sufrimiento -ser padres conlleva una dosis de renuncia- alimentada por un capitalismo que antepone la producción y rentabilidad económica a cualquier otro valor, como la familia, crean un entorno hostil para la maternidad y paternidad. La cultura del “tener” que compromete gravemente el relevo generacional en países avanzados, empuja a las sociedades a elevadas tasas de frustración y soledad, donde la institución familiar, lugar en el que se transmite y comparte la vida, pierde protagonismo acrecentando el drama de los ancianos que viven y mueren solos o los enfermos que no pueden ser atendidos en un entorno idóneo, como es la familia en muchos casos.

Apoyar económicamente la maternidad puede ser una medida paliativa de este profundo drama, pero, desde luego, no parece ser la solución. Un cambio de paradigma en los valores que otorgan sentido a la vida de las personas, que pasan necesariamente por la proyección y dedicación hacia los otros, también los hijos, debe construirse con urgencia desde la educación para devolver al ser humano la esperanza de vivir con sentido, de ser para otros.