El descubrimiento que nos brindan estos dos biólogos moleculares, abre el camino hacia alternativas terapéuticas para el abordaje del fin de la vida, su sufrimiento y dolor; proporcionando herramientas para la atención paliativa que tanto ayudan al enfermo crónico o terminal en esta importante etapa de su vida.
El pasado lunes 4 de octubre, David Julius y Ardem Patapoutian recibieron el Premio Nobel de Medicina 2021, por parte del Instituto Karolinska de Suecia. Su descubrimiento de los receptores de la temperatura y el tacto ha logrado explicar cómo el calor, el frio y la fuerza mecánica pueden producir los impulsos nerviosos que al llegar a nuestro cerebro permiten percibir correctamente nuestro entorno (ver AQUÍ).
David Julius nació en Nueva York, EEUU, 1955. A finales de los 90, debido a su curiosidad sobre cómo los alimentos producían algunos efectos, empezó a estudiar en la Universidad de California la forma en la que las guindillas, a través de la capsaicina, producían su característica sensación de picor y ardor.
Gracias a estos estudios, el equipo de Julius, descubrió un receptor específico de la capsaicina, TRPV1, que también sirve para clasificar determinadas temperaturas como dolorosas. A través de este, se descubrieron otros receptores, como TRPM8, receptor del frío, descubierto por Julius y Patapoutian estudiando el frescor que provoca el mentol.
Por otro lado, Patapoutian,1967, originario del Líbano y, actualmente, con nacionalidad estadounidense, investigó sobre los mecanismos que nos permiten percibir estímulos mecánicos, como la presión, en la piel y órganos internos. Utilizó células sensibles a la presión para identificar los genes de los receptores que se activan con la tensión: Piezo1, Piezo2, Piezo3. Estos son esenciales para la propiocepción y el tacto. Asimismo, los canales de iones de sodio regulados por Piezo1 y Piezo2, son fundamentales para procesos fisiológicos como la respiración, el control urinario o la tensión arterial.
Descubridores de la molécula del dolor
Carlos Belmonte, médico, fisiólogo e investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante, les define como los descubridores de la molécula del dolor. Explica además que, gracias al trabajo de ambos, se ha podido entender que, después de un episodio de dolor, estos receptores quedan dañados por las moléculas que generan inflamación, prolongando el dolor y sensibilizando la zona afectada mucho más tiempo.
Estos hallazgos son un gran paso en la comprensión del dolor. Por tanto, son clave para avanzar en el desarrollo de tratamientos que puedan eliminar o modificarlo. Puede suponer un gran avance para aquellas personas con dolores crónicos e inflamatorios, mejorando notablemente sus condiciones de vida; o en otras enfermedades, como en el campo oncológico, donde el proceso de curación conlleva gran dolor y sufrimiento.
El 9 de octubre, se celebra el Dia Mundial de los Cuidados Paliativos, atención que se da para mejorar la calidad de vida de pacientes que tienen una enfermedad grave o potencialmente mortal. Esta mejoría se hace a través del alivio del sufrimiento y el tratamiento del dolor, entre otras cosas, abordando, así, la dignidad de las personas en sus últimos momentos.
Por tanto, el descubrimiento que nos brindan estos dos biólogos moleculares, abre el camino hacia alternativas terapéuticas para el abordaje del fin de la vida, su sufrimiento y dolor; proporcionando herramientas para la atención paliativa que tanto ayudan al enfermo crónico o terminal en esta importante etapa de sus vidas.
Julio Tudela Cuenca
Paloma Aznar Campa
Observatorio de Bioética
Instituto Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
*Foto: BBC
Hola, soy mujer y sufro de fibromialgia,está condición me hace muy infeliz ,pues mi vida es muy angustiada, mis dolores son crónicos y son más los días y las noches que sufro , que las que estoy feliz, quisiera que con este nuevo descubrimiento, para aliviar el dolor crónico, nos tengan en cuenta y podamos tener un alivio y una mejor calidad de vida para los que sufrimos del el dolor. Le doy mis felicitaciones a los científicos que con su noble labor hacen que tengamos una esperanza de vida. Dios los bendiga.