Comentario al mensaje del Papa Francisco en la V Conferencia Internacional organizada por el Pontificio Consejo de la Cultura y la Fundación Cura.
En un nuevo impulso al dialogo entre ciencia y fe, que ha sido potenciado especialmente por los últimos pontífices, el Papa Francisco ha intervenido con ocasión de una importante iniciativa vaticana liderada por el Consejo Pontificio de Cultura que propicia encuentros multidisciplinarios entre científicos y personalidades religiosas con el fin de abordar los últimos avances biomédicos y los desafíos morales y éticos que representan.
Con ocasión de la 5ª Conferencia virtual Internacional vaticana denominada “Mente, cuerpo y alma. Unirse para prevenir y curar” celebrada entre el 6 y el 8 Mayo de este mismo año, el Papa Francisco trata el tema abordando diferentes aspectos que nos parecen de un gran valor para la ética de la investigación, la biomedicina y la bioética.
El Papa comienza en su intervención agradeciendo los esfuerzos de los que “trabajan incansablemente” desde la medicina para combatir la pandemia y sus graves consecuencias.
En segundo lugar, invita a reflexionar sobre la necesidad de abrir el acceso a los sistemas sanitarios a todos los enfermos, evitando discriminaciones, “sin disparidad alguna”.
En tercer lugar, y entendemos que este es el asunto más directamente relacionado con la bioética y su fundamentación antropológica, se detiene en el análisis de la estructura de la persona, como ser pluridimensional con vocación de unidad entre sus dimensiones.
Así, en la descripción de las dimensiones en que se constituye la persona, desde una visión antropológica personalista, distingue entre corporeidad, mente y alma, configuradas como una unidad multidimensional. Es precisamente en esta unidad en la que insiste el Pontífice, necesaria para el equilibrio personal del que depende en última instancia “una mejor comprensión de nosotros mismos”, que lance la existencia humana hacia el verdadero sentido existencial, abierto a la trascendencia, no solo la que supone la relación con los otros, lo otro, sino también su apertura “a una dimensión sobrenatural, y, por tanto, a Dios.”
La vinculación de esta dimensión trascendente con el alma junto a la importancia del equilibrio corporal como sustrato físico de las demás dimensiones y la capacidad de “formación del pensamiento”, identificada con la mente, ofrece una completa interpretación de la persona humana, sometida a “interrogantes antropológicos y éticos fundamentales”, como la cuestión de la manipulación genética “dirigida a controlar o superar el envejecimiento o para lograr una potenciación alterada del ser humano”, tal como se propone desde posiciones transhumanistas.
Observatorio de Bioética
*Foto: Vatican News
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.