El consumo de alcohol, incluso el moderado, puede contribuir al desarrollo de cáncer.

En un estudio publicado en la revista The Lancet Oncology se especifica que los cánceres con mayor prevalencia entre los consumidores de alcohol son: el de esófago (189.700 casos), el de hígado (154.700 casos) y el de mama (98.300 casos).

En cuanto a la cantidad de alcohol consumida por los afectados, el consumo excesivo produjo el 47% (346.400), el consumo de alto riesgo produjo el 39% (291.800) y el consumo moderado produjo el 14% (103.100) de los nuevos casos de cáncer en 2020 (ver más AQUÍ).

Valoración bioética

A los conocidos efectos nocivos graves que el alcohol causa sobre la función hepática o el sistema nervioso central, hay que añadir la actual evidencia que confirma su relación con la aparición de ciertos cánceres. La permisividad social hacia el consumo de alcohol, su publicidad, el inicio temprano de consumo en adolescentes y la facilidad para su obtención, constituyen junto a la ignorancia sobre sus efectos nocivos, factores de riesgo que deben ser convenientemente informados a la población, debiendo promoverse medidas de control y reducción de consumo, especialmente en la población joven o más vulnerable. Las consecuencias sanitarias, tanto sobre los ciudadanos como sobre el sistema, implican una gran asignación de recursos para tratar las secuelas del alcoholismo, detrayéndolas de otros ámbitos de atención sanitaria. Educar e informar, junto a regular eficazmente, parecen ser exigencias inexcusables para la contención de este grave problema.