Se ha publicado en el diario ABC de hoy 30 de abril, un artículo que lleva por título “El caso de Izpisua agita a la academia católica”, en el que se recoge la opinión de diversos expertos sobre la valoración bioética de la producción de quimeras humano-animal producidas por dicho grupo de investigación.
En primer lugar, se cita la opinión del profesor de Bioética y Filosofía, de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio, Insoo Hyun, publicada en Nature, quien afirma que “algunos sectores pueden considerar que se están creando entidades moralmente ambiguas”. Además, especifica que “la hibridación inter especies, conlleva una infracción bioética muy grave”. También hace referencia a que el que Izpisua y sus colaboradores no chinos, hayan desarrollado estas experiencias en China, “será por algo”, dado que en Europa no se habrían podido llevar a cabo, por lo que cabe preguntarse si merece la pena recorrer “caminos tan comprometidos”.
En opinión de Elena Postigo, profesora de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria, “es sorprendente que este estudio haya sido impulsado por una Universidad Católica”.
Para Patricia Santos, profesora del CEU San Pablo de Madrid, “la Iglesia Católica mantiene una línea valiente en la lucha por la vida”, línea que es contraria al trabajo al que nos estamos refiriendo. También afirma, que en dicho trabajo “se están mezclando dos órdenes distintas, aunque sean biológicamente compatibles, lo que supone una alteración del ser humano, pues en este caso el organismo producido, es de esperar que no tenga una vida muy dilatada”.
Carlos Simón, profesor de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, piensa que el que las categorías biológicas resultantes “no sean fijas, sino fluidas”, podría plantear “importantes y preocupantes desafíos éticos y legales en el futuro”. En su opinión, “están jugando con fuego”.
Para Enrique Martínez, Catedrático de Filosofía de la Universidad Abad Oliva, del CEU de Barcelona, en estas experiencias lo moral ha quedado subordinado a lo práctico, pues son “claramente utilitaristas”, dado que en ellas se produce “un abandono de la naturaleza humana”.
En el artículo citado también se recoge nuestra opinión, que no especificamos aquí, pues ya ha sido ampliamente descrita en un artículo nuestro anterior.
Sobre todo ello, fuentes consultadas por ABC aseguran que la Universidad Católica de Murcia, se rige por un sistema “totalmente jerárquico donde nadie abre la boca”. Al preguntar sobre ello a uno de los profesores de dicha Universidad, éste manifiesta que “tenía órdenes estrictas de no hacer valoraciones”.
Al hilo de nuestro artículo anteriormente citado, nos parece que las investigaciones de Izpisua y su grupo, plantean indudables dificultades éticas, por lo que nos parece que las mismas deben ser valoradas con extrema precaución, especialmente si en ella participa una Universidad Católica.
Justo Aznar
Instituto Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
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