En un interesante artículo publicado en el Journal of Medical Ethics, Charles Foster sostiene que suprimir los tratamientos vitales en pacientes con trastornos prolongados de la consciencia, como el estado vegetativo permanente o el estado de mínima consciencia, es casi siempre ilícito desde un punto de vista ético. El fundamento de este argumento es que, dadas la incertidumbre médica existentes, alrededor de los trastornos prolongados de la consciencia, la presunción ética en favor del mantenimiento de la vida de los pacientes en ese estado no puede nunca ser refutada.