El pasado 13 de noviembre se publicó en Science un artículo en el que se reflexiona sobre la vacuna contra el SARS-CoV-2. En él se comenta que la segunda semana de noviembre la firma norteamericana Pfizer, fabricante, junto a la alemana Biotech de una vacuna mRNA contra la SARS-CoV-2 anunció que tenía una eficacia del 95%, lo que promovió una ola de esperanza entre la población. Sin embargo, afirma Jon Cohen, autor del artículo, que aún existen algunas dudas sobre cómo actuará dicha vacuna, dudas que habrá que resolver antes de su comercialización.

Entre ellas, que Pfizer tiene que obtener aún la autorización de la FDA norteamericana para poder empezar a distribuirla en ese país, autorización que la firma farmacéutica manifiesta que solicitó por vía de urgencia el pasado 20 de noviembre, por lo que piensan que podrían obtener el permiso para distribuirla y tenerla a disposición de la población de más riesgo a partir de diciembre. Sin embargo, la FDA norteamericana exige que pasen dos meses desde que el último grupo de pacientes participantes en el ensayo clínico hayan recibido la dosis total de la vacuna, lo que dificulta que dicho plazo pueda cumplirse. Por otro lado, Pfizer está tramitando la aprobación de la vacuna con la Agencia Reguladora de la Unión Europea y las de otros países, como Australia, Canadá, Japón y Reino Unido (ver AQUÍ).

Pero además de esta dificultad administrativa, existen algunas dudas sobre su eficacia que habría que resolver también antes de comercializarla. La primera es que no se conoce bien su eficacia, pues únicamente se sabe por un comunicado de prensa de la propia compañía, lo cual no es una vía de comunicación que ofrezca todas las garantías. Tampoco se conoce cuánto durará la inmunidad generada por la vacuna, e incluso si podrá evitar el contagio en casos de Covid-19 severa o si disminuirá la velocidad de transmisión si se vacuna a una amplia proporción de la ciudadanía, es decir, si se consigue una inmunidad de grupo. Tampoco se sabe si tendrá una acción efectiva en las personas de mayor edad (ver más).

Pero además de ello, otra dificultad añadida es que hay que transportarla a -80ºC para que el material genético no se deteriore, lo que sin duda dificultará su distribución, especialmente en los países en vías de desarrollo, cosa que al parecer podría resolverse, utilizando otras vacunas de mRNA que no requieren ser transportadas a tan baja temperatura.

Otra dificultad que se puede plantear es determinar si Pfizer podrá fabricar el suficiente número de vacunas requeridas por la población. A este respecto, la firma norteamericana manifiesta que espera tener 50 millones de dosis de vacunas a final de este año y que durante el 2021 puede fabricar 1300 millones de dosis más.

En la fase III del ensayo clínico la eficacia y seguridad de la vacuna se está evaluando en un grupo placebo de 43.661 voluntarios y en el grupo control de 41.135 personas que recibieron las dos dosis de la vacuna necesarias para conseguir un buen nivel de inmunidad.

Finalmente, un hecho positivo que merece la pena destacar es que se está consiguiendo disponer de una vacuna eficaz justo 11 meses después de que el SARS-CoV-2 fuera identificado, lo cual es un hecho insólito en la ciencia.