Producida por los laboratorios Moderna, estará disponible a finales de este año o a principios de próximo.

 

Según manifiesta la OMS, en este momento existen más de 120 proyectos en desarrollo de vacunas contra la Covid-19. De ellos, tres son los que parece que están en fase más avanzado: la china CanSino Biológica Inc., del Instituto de Biotecnología de Pekín, la de la Universidad de Oxford, en colaboración con la firma farmacéutica Astra Zéneca y la producida por los laboratorios Moderna, de Cambridge, Massachusetts. Las dos primeras utilizan células de fetos humanos de abortos provocados para su producción, y la tercera no. Esta última, la mRNA-1273 es una nano partícula lipídica que encapsula un mRNA modificado, el cual tiene capacidad para sintetizar la SARS-COV2 glico proteína S. Esta es la que facilita la entrada del virus en las células humanas del huesped.

En relación con ello, se acaba de publicar, con fecha 14 de julio de este mismo año, en la prestigiosa revista The New England Journal of Medicine, un artículo en el que se valora dicha vacuna. Aunque realmente es un trabajo preliminar, sus resultados parecen muy positivos, pues muestran que la vacuna produce una respuesta inmune en todas las personas en las que se ha probado, aunque con efectos secundarios leves. Esto da pie a que la vacuna producida por la biotecnológica Moderna, en compañía con los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, entre en una fase 3 de ensayo clínico el próximo día 27 de julio, que incluirá a 30.000 voluntarios.

La propia compañía Moderna ha comunicado que está en condiciones de poder fabricar 500 millones de dosis al año y posiblemente hasta 1.000 millones a partir de 2021.

Sin duda, es esta una esperanzadora noticia, tanto desde el punto de vista médico, por lo que puede contribuir a prevenir la difusión de la COVID19 en estos momentos de pandemia altamente consolidada, como bioético, al no utilizar células de abortos humanos provocados para su producción, por lo que su uso no tiene ninguna dificultad ética.