Si se ponen a disposición del público vacunas contra la Covid-19, en cuya producción se hayan utilizado células de fetos humanos de abortos provocados, estas podrían utilizarse temporalmente hasta que no haya disponibles otras vacunas similares, que se hayan producido sin utilizar tales tipos de células fetales. Es decir, siempre se trata de una autorización temporal hasta que no se disponga de vacunas moralmente aceptables.
En los últimos días se ha suscitado un amplio debate social sobre si es o no moral utilizar vacunas contra la Covid-19, en las que, para su fabricación, se hayan utilizado líneas celulares obtenidas de fetos humanos de abortos provocados.
Sobre ello, ya elaboramos e hicimos público, un Informe del Observatorio de Bioética de esta Universidad Católica de Valencia, que ahora complementamos con este nuevo texto.
El presente Informe consta de dos partes bien definidas, una científica en la que se aborda la situación de cómo se encuentran las investigaciones para la obtención de una vacuna contra la Covid-19, y en la que se especifica en qué vacunas se han utilizado para su producción líneas celulares obtenidas de fetos de abortos humanos provocados, y una segunda en la que se reflexiona desde un punto de vista moral sobre si estas últimas vacunas pueden ser o no utilizadas.
Dado el amplio debate suscitado alrededor de este tema, son muchas las opiniones vertidas sobre ello, tanto por científicos expertos en estas materias, como por entidades o personas con alguna representatividad religiosa o moral. Esta multiplicidad de opiniones, puede dificultar el esclarecimiento de este debate. Por ello, en este Informe hemos preferido utilizar para el debate científico el informe de la Organización Mundial de la Salud, de fecha 27 de mayo de 2020 y para el debate moral dos informes de la Pontificia Academia para la Vida, publicado en 2005 y 2017.
En relación con el aspecto científico, en el informe de la OMS se especifica que en el momento actual existen 136 proyectos en marcha para desarrollar una vacuna contra la Covid-19. De ellos, según se indica en la revista Science de 12 de junio de 2020, solamente en seis se están utilizando, para la producción de la vacuna, líneas celulares obtenidas de fetos humanos de abortos provocados.
Pero antes de seguir adelante, conviene recordar que, en realidad, no se trata de células obtenidas de abortos actuales, sino de células producidas a partir de dos líneas celulares fetales generadas en las décadas de los 70/80 del siglo pasado a partir de abortos provocados. La primera de ellas, la HEK-293, se obtuvo de riñones de un feto abortado. Es ésta una línea celular que ha sido ampliamente utilizada en la investigación científica y en la industria. La segunda es la PER-C6, línea de células producida por la firma farmacéutica Janssen, filial de Jonhson & Jonhson, que se obtuvo de células de retina de un feto de 18 semanas abortado en 1985. Ambas líneas celulares han sido desarrolladas en el laboratorio de biología molecular Alex Van der Eb, de la Universidad de Leiden, en Holanda.
De los seis proyectos de producción de vacunas en los que se han utilizado las células fetales humanas anteriormente comentadas, hay dos proyectos, uno chino, promovido por la firma CanSino Biologics Inc., del Instituto de Biotecnología de Pekín, y otro de la Universidad de Oxford, en colaboración con la firma farmacéutica AstraZeneca que ya están en fase de ensayo clínico, el primero en fase 2 y el segundo acaba de pasar a la fase 3. Los otros cuatro aún no han iniciado los ensayos clínicos. Por otra parte, de los 130 proyectos en los que no se han utilizado las referidas líneas de células fetales humana, solamente uno, el promovido por Moderna / NIAID, está en fase 2. Esta nos parece que es la situación científica actual de los proyectos de producción de una vacuna contra la Covid-19. Otras siete vacunas estarían siendo probadas en ensayos clínicos, en fases menos avanzadas, ninguna de las cuales se estaría investigando mediante el uso de células fetales.
Valoración moral del uso de estas vacunas
En relación con la valoración moral de su uso, existen dos documentos de la Pontificia Academia por Vida, y otro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que creemos abordan el tema de una manera muy completa.
En el primero de ellos, de 2005, titulado, “Reflexiones morales sobre las vacunas preparadas a partir de células derivadas de fetos humanos abortados”, se realiza una amplia valoración moral sobre el tema, haciendo especial referencia al tema de la “cooperación al mal” desde un punto de vista de la doctrina moral católica, estableciendo una clara distinción entre lo que es una “cooperación material” y una “cooperación formal”, a la vez que dentro de la “cooperación material” distingue dos categorías, la cooperación inmediata (directa) y la mediata (indirecta).
Tras una amplia reflexión en este sentido, el documento concluye que “Hay que especificar que esta reflexión moral se hace al hilo de utilizar vacunas contra determinadas enfermedades infantiles”, pues entonces, naturalmente, no se había planteado la vacunación contra la Covid-19, pero la valoración moral establecida en ese documento, es a nuestro juicio, perfectamente extrapolable al juicio moral sobre la vacunación contra la Covid-19.
En 2017, la misma Academia Pontificia para la Vida, en un documento en colaboración con la Conferencia de Obispos Italianos, sigue reflexionando sobre el uso de este tipo de vacunas. En primer lugar, hace notar que “hoy día no es ya necesario obtener células de nuevos abortos voluntarios y que las líneas de células en las que las vacunas han sido basadas se derivan de dos líneas de fetos originalmente abortados en la década de los 60 del siglo pasado”. También se indica que, “a la luz de los avances médicos y otras características en la preparación de las vacunas, la valoración moral, sobre el uso de estas vacunas debería ser revisada y actualizada, haciendo especial hincapié en el hecho de que las líneas celulares actualmente utilizadas se obtuvieron de abortos provocados hace mucho tiempo y que, por tanto, una evaluación ética negativa de su uso no es fácil de establecer”. Por otro lado, “la obligación moral de garantizar la vacunación para una cobertura de la salud de otros es no menos urgente, especialmente en cuanto se refiere a la seguridad de los más vulnerables, tales como las mujeres embarazadas y aquellas personas afectadas de procesos de inmunodeficiencia”.
Por todo ello, este documento de la Pontifica Academia concluye que “las características técnicas de la producción de las vacunas más comúnmente utilizadas en la infancia, nos llevan a excluir que existe una cooperación moralmente relevante entre quienes usan estas vacunas hoy en día y la práctica del aborto voluntario. Por lo tanto, creemos que todas las vacunas recomendadas clínicamente pueden usarse con la conciencia tranquila y que el uso de tales vacunas no significa algún tipo de cooperación con el aborto voluntario”.
Uso temporal de las vacunas
Resumiendo todo lo anteriormente expuesto, nos parece que si se ponen a disposición del público vacunas contra la Covid-19, en cuya producción se hayan utilizado células de fetos humanos abortados voluntariamente, estas podrían utilizarse temporalmente hasta que no haya disponibles otras vacunas similares, que se hayan producido sin utilizar tales tipos de células fetales. Es decir, siempre se trata de una autorización temporal hasta que no se disponga de vacunas moralmente aceptables.
En relación con ello, en los datos científicos que se han comentado, solamente existe un ensayo clínico en fase 2, el de Moderna / NIAID en el que no se han utilizado células fetales, por lo que es posible que éste esté a disposición del público paralelamente a los dos ensayos en los que se han utilizado células de fetos humanos abortados. Si en algún momento estuvieran disponibles estas 3 vacunas, indudablemente, desde un punto de vista moral, habría que utilizar la que no ha usado para su producción células de fetos de abortos humanos provocados.
Esta autorización moral no excluye la obligación de que científicos, autoridades eclesiásticas, organizaciones sociales e incluso individuos particulares, tengamos que animar, por todos los medios moralmente posibles, para que se pongan todos los esfuerzos necesarios en la consecución de vacunas en las que para su producción no se hayan utilizado células de fetos humanos de abortos provocados.
Justo Aznar
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
Sr. Aznar, viendo su comentario, tengo que decir que las valoraciones
hechas por un comité del tipo que sea, católico, ético, son siempre
objeto de reflexión personal, cada cual tiene o debe trabajarse su
ética propia y no quitarse la responsabilidad de emitir un juicio
crítico tan válido como el que cualquier Comité Católico haya elaborado.
No estoy de acuerdo en absoluto con su veredicto, pues estas prácticas
abortistas no censuradas debidamente, siempre darán cobertura a estas
empresas que desde los intereses oscuros o poco claros, seguirán
realizando en algún lugar del mundo prácticas reprochables.
Y además me parece que la Sra. Inmaculada tiene buen criterio y creo
que hay un sesgo de algún tipo en las mentes de quienes aprueban tales prácticas.
El ser humano enviado al vientre materno, lo es, no solo desde que el cerebro se desarrolla, sino desde que la divinidad elige que tal o cual ser debe encarnar en el planeta a través de una madre. Solamente estaría de acuerdo
en practicar abortos en casos médicos muy concretos y con peligro real para la vida de la madre o procedente de una relación de abuso que pudiera producir un gran sufrimiento con peores resultados que el que podría acarrear la práctica abortiva.-
Un saludo
Gracias por sus comentarios. En primer lugar, manifestarle que un juicio moral emitido por un Comité Católico como es la Pontificia Academia por la Vida, creo que tiene algún valor superior al de un juicio particular. De todas formas, ello no es óbice para que cada uno emitamos nuestros propios juicios morales sobre distintas acciones. Aclarado esto, nuestra opinión sobre el uso de células madre obtenidas de abortos provocados sigue siendo el mismo que manteníamos en nuestro anterior Informe. Con respecto a lo que opina la Sra. Inmaculada, estimo que es muy respetable pero creo que es preferible adherirse a lo que opina la propia Pontificia Academia o la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la cual hacemos referencia en nuestro anterior Informe.
Finalmente, difiero con usted totalmente en lo que afirma que «estaría de acuerdo en practicar abortos en casos médicos muy concretos». Estimo que en ninguna ocasión se puede justificar un aborto, que es terminar con la vida de una tercera persona ajena a la madre y a quien lo practica. Creo que este criterio es acorde con el Magisterio de la Iglesia. Por supuesto que estamos de acuerdo en que la vida comienza en el momento de la fecundación y que desde ese momento hasta la muerte natural, merece todo el respeto.
No me parece bien todo esto. Creo que no es cristiano
Disculpen pero este artículo no es serio ni honrado. Cita una cosa para afirmar la contraria. Dice que viene a complementar otro artículo que sé escribió cuando lo que hace es tergiversarlo y cambiarle todo su sentido. Miraos el primero que cita. Es mucho más completo y bien fundamentado.
Debieran aclarar aquí que NO, que no es «la misma».
«En 2017, la misma Academia Pontificia para la Vida, en un documento en colaboración con la Conferencia de Obispos Italianos, sigue reflexionando sobre el uso de este tipo de vacuna». No se puede tergiversar la doctrina moral de la Iglesia. Reflexionar no es tergiversar en ningún caso.
LA ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA NO ES LA MISMA Academia la de uno y otro año. No es la misma Academia, la de 2005 que la de 2017.
Son muy diferentes. Desde que se cambiaron los estatutos de la Academia Pontificia para la Vida en noviembre de 2016 y se nombró como presidente de la misma al obispo Vicenzo Paglia el 1 de septiembre de 2016, han pasado muchas cosas y pocas buenas (por no decir ninguna). Algunas muy graves.
Paglia realizó en 2007 un mural en su catedral escenificando diferentes actos claramente homoeróticos, bastante controvertidos y en los que aparece él mismo.
Tiene posiciones contradictorias con respecto a las declaraciones anteriores de la Academia Pontificia para la Vida y eligió el 13 de junio de 2017 como miembro de la Academia Pontificia para la Vida al clérigo anglicano Nigel Biggar que en múltiples ocasiones se ha declarado a favor del aborto: “No creo que el infanticidio deba ser permitido, pero sí el aborto hasta cierto punto”; también se muestra a favor de la eutanasia y del suicidio asistido en determinados casos.
Al ser preguntado sobre el límite para la práctica del aborto, el profesor de teología moral en Oxford, Nigel Biggar, precisó: “Creo que hasta 18 semanas luego de la concepción. ¿Por qué hasta la semana 18? Simplemente porque en ese momento la actividad cerebral se hace evidente y por lo tanto, allí comienza la consciencia”. (Y ese es el límite de semanas de los fetos abortados de los que provienen líneas celulares utilizadas en las vacunas y en la investigación).
Ese segundo documento que citan de la Academia Pontificia para la Vida es de 31 de julio de 2017. Y claro que es muy diferente y confuso, porque es muy diferente la dirección de la Academia y cuenta con miembros abortistas.
La actual Academia Pontifica para la vida está condenada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, por el Papa, o por la señora que se llamaInmaculada? Por acalarar
Estimada Inmaculada:
Tiene usted razón que la dirección de la Academia ha cambiado desde el año 2005 al año 2017, pero sigue siendo la Pontificia Academia para la Vida.
De todas formas, el documento emitido en 2005 prácticamente emite el mismo juicio que el de 2017, aunque ambos documentos no hacen referencia específica la Covid -19 sino a las vacunas para distintas enfermedades de la infancia. Pero el juico ético me parece que subsiste. Creo que es muy importante la valoración moral que se hace en el documento de 2005 respecto a la cooperación al mal. Ahí se especifican claramente las cosas y este juicio estimo que se puede, por analogía, extender al problema del uso de células procedentes de abortos humanos provocados, que ahora estamos comentando.
Espero que le sea útil.
Sinceramente, el sólo hecho de pensar que se pueden utilizar las células de fetos abortados, me hace cierto ruido, porque supongo, que detrás de todo esto, existe un comercio, y si el resultado de las vacunas es óptimo, se puede prestar a la provocación de los abortos, con el único fin de conseguir la vacuna. No me convence esta «temporalidad» ya que la noto muy «atractiva» para las clínicas que se dedican a ganar dinero llevando a las mujeres al «matadero». Sé que para que algo sea valorado como «bueno», los medios y el fin, también deben serlo. No hallo «bondad» en el uso de las células de fetos abortados, aunque sean del año 1960 ya que sigue siendo UN NIÑO ABORTADO y no esperaría ningún bien, y mucho menos, USO de ese niño que no se lo dejó nacer. Prefiero, en lo personal, salir del contagio, si Dios así lo permite, y si no, morirme en su justa ley. En definitiva, mi vida y la vida de todos, está en las manos de Dios.
Te doy la razón. Dios te bendiga.
Desafortunadamente, en España, creo que no se puede elegir vacuna, por tanto, ¿de qué sirve decir cuál hemos o no hemos de elegir? Menos confianza en lo terrenal (vacunas, etc.) y más en Dios. Si Él quiere algo, por mucho que nos empeñemos, no vamos a quedar nosotros por encima de Él. Falta mucha Fe y confianza en Dios, y más mirar por la salvación del alma y menos por la del cuerpo que antes o después, morirá, pero lo que queda después es eterno.