La aceptación social de los métodos contraceptivos, y entre ellos las píldoras contraceptivas, es indudable, al margen de que algunos tipos de estas píldoras, especialmente las que incluyen como uno de sus componentes progestágenos, pueden tener efectos secundarios perjudiciales para las mujeres que las utilizan, especialmente problemas tromboembólicos.
Ahora se añade un nuevo producto contraceptivo al amplio mercado ya existente, una píldora cuyo principio activo es el levonogestrel, que solamente se requiere ingerir una vez al mes, lo cual, no cabe duda, que facilita su uso, aunque hay que tener en cuenta que por el momento las experiencias se han realizado únicamente en cerdos, por lo que su llegada al mercado contraceptivo aún puede demorarse unos años y eso naturalmente si al final llega.
En el artículo que comentamos, sus autores, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y del Hospital Brigham and Women de Boston, dirigido por Giovanni Traverso, hacen referencia a los métodos contraceptivos que actualmente se utilizan, que nos parece resume muy bien la situación actual.
Comentan los autores que existen varios métodos de contracepción hormonal, como son los implantes subcutáneos, los dispositivos intrauterinos, los anillos vaginales, los parches transdérmicos, los contraceptivos inyectables y las píldoras orales.
Los dispositivos intrauterinos son sistemas poliméricos que pueden ir liberando el anticonceptivo durante, al menos, 3 años. Pasado este tiempo hay extraerlos quirúrgicamente.
También están los dispositivos intrauterinos hormonales, tales como el Mirena, Liletta, Kyleena o Skyla, los cuales pueden mantener su efecto contraceptivo entre 3 y 6 años.
Igualmente se están utilizando los inyectables, de los cuales el más utilizado es el Depo-provera, que puede desarrollar su actividad contraceptiva durante 3 meses.
Los anillos vaginales, como el Nuva Ring, o los parches transdérmicos, como el Ortho Eura, pueden desarrollar su acción, durante más o menos 1 mes.
Finalmente están los anticonceptivos orales, que se necesitan tomar diariamente.
Pero a estos métodos se añadirán próximamente otros más, pues son varios los fármacos y dispositivos actualmente en vías de experimentación .
Las píldoras contraceptivas son utilizadas por un gran número de mujeres que desean controlar su maternidad, posiblemente, como refieren los autores del artículo, por la facilidad de poderse administrar por la propia mujer y porque cuando se dejan de usarlas, la mujer recupera rápidamente su fertilidad. Pero una dificultad que tienen es que como hay que tomarlas diariamente, no es infrecuente que se pueda olvidar de ingerirlas. En este sentido los autores refieren un estudio multinacional que revela que, durante un intervalo de tiempo de 3 meses, entre el 40% y 50% de las mujeres, se olvidan de tomar, al menos una dosis (ver más). Posiblemente, como una consecuencia de esta falta de adherencia terapéutica, el índice de embarazos en mujeres que utilizan las píldoras anticonceptivas, como método contraceptivo, es aproximadamente del 9% por año.
Para tratar de solventar esta baja adherencia al tratamiento, se propone utilizar píldoras cuyo uso requiera menor frecuencia de ingestión. En el trabajo que estamos comentando, los autores ponen a punto una píldora en la que el principio activo, el levonogestrel, está protegido por una capsula de gelatina que evita los efectos de los jugos gástricos, durante 1 mes aproximadamente.
Pero también los autores comentan, que para que este fármaco experimental pueda ser utilizado en la clínica humana se necesitan resolver primero algunos problemas, como puede ser poner a punto una capsula de gelatina que se disuelva adecuadamente para que no pueda pasar a través del píloro al intestino delgado, lo que podría propiciar alguna obstrucción intestinal.
Otra dificultad que habrá que solventar es reducir su tamaño, que ahora es considerable, lo que puede dificultar su ingesta.
Para terminar, los autores hacen referencia a la utilidad que podría tener este tipo de píldoras en los países en vías de desarrollo, pues en ellos existen más de 200 millones de mujeres con acceso limitado a los anticonceptivos habituales que podrían beneficiarse del uso de este tipo de píldoras.
Es indudable, que la llegada al mercado de la contracepción de estas píldoras puede facilitar a muchas mujeres el acceso a las mismas, pero no podemos dejar de señalar aquí los efectos secundarios negativos que acompañan a la contracepción hormonal y las dificultades morales de su uso.
Justo Aznar
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
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