En una reciente publicación de Science se afirma que el año 2018 ha sido un año fundamental para la «ciencia de los embriones», para conocer mejor todo lo relativo a su desarrollo. Ha sido importante en ese avance la puesta a punto de nuevos métodos que han permitido visualizar la morfogénesis embrionaria con una definición sin precedentes.
Estos avances nos están permitiendo conocer aspectos desconocidos sobre lo que significa «ver» el desarrollo embrionario. Los biólogos modernos están pudiendo obtener películas en cuatro dimensiones de un embrión, que muestran la inmensa complejidad de los cambios de forma de un embrión a lo largo de su desarrollo, que se pueden ver no solo estáticamente sino dinámicamente.
También otros avances técnicos están permitiendo profundizar en el conocimiento de la biología de los embriones tempranos. Por ejemplo, el conseguir medios de cultivo muy especializados que permiten mantener a los embriones vivos en adecuadas condiciones de salud, fuera del útero. Quizás el avance más destacado ha sido el desarrollo del mapa del embrión de ratones.
McDole y su equipo (ver AQUÍ) han logrado un espectacular avance pudiendo registrar computacionalmente todas las células en muchos embriones de ratón, en espacio y tiempo, lo que ha suministrado información, no solamente del desarrollo de las trayectorias celulares, sino del desarrollo del embrión en su totalidad.
Indudablemente, conocer cada día mejor estos datos biológicos permiten establecer que la vida animal se inicia con la fecundación y se desarrolla con la evolución del embrión temprano, lo que tiene indudable repercusión bioética en todo lo que afecta a la manipulación de esos embriones, pues, aunque la gran mayoría de las experiencias comentadas se ha realizado en embriones de ratones, las conclusiones obtenidas pueden ser extrapoladas a los embriones humanos.
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