Los datos no mienten, y los del Ministerio de Sanidad son claros: las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son cada vez más comunes. Según un informe publicado en 2016, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) se han convertido en un grave problema de salud pública por las complicaciones y las secuelas que provocan, a no ser que un diagnóstico precoz y un tratamiento prevengan el problema en su inicio. Pero también por la magnitud de los contagios. Según el documento de 2016, los casos de sífilis, infección gonocócica y clamidia no han dejado crecer desde 1995. La mayoría de los casos se produjeron en adultos jóvenes, de 20 a 34 años, aunque las cifras varían entre las distintas patologías. Según el coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la SEMI, Javier de la Fuente, la preocupante tendencia se debe a que «hay una disminución de la percepción del riesgo», lo que ha potenciado las probabilidades de infección a causa del auge de prácticas como las fiestas chemsex, un término derivado de chemical sex, («sexo químico», en inglés) (ver más AQUÍ).