El pasado 1 de abril la revista PNAS publicaba un interesante artículo en el que investigadores suizos describen la obtención de un genoma artificial mínimo.
La obtención de genomas mínimos, que contienen solo los genes esenciales para mantener la vida de un organismo, son uno de los objetivos de la Biología Sintética, ya que pueden servir como chasis sobre los que añadir distintas funciones con utilidades médicas o industriales. El primer organismo con un genoma mínimo artificial fue obtenido en 2016 (ver AQUÍ). Para ello, los investigadores fueron eliminando genes de un genoma preexistente hasta quedarse solo con aquellos que el organismo requería para vivir.
El nuevo trabajo que comentamos da un paso más en la estrategia: en lugar de copiar los genes esenciales los reescribe, eliminando todo aquello que sobra y adaptando el diseño para facilitar la síntesis artificial del genoma resultante. El método consiste en reescribir las secuencias para obtener “sinónimos” que carecen de elementos genéticos excedentes (como marcos de lectura alternativos o elementos de control) y a la vez mantener su función.
El genoma resultante, llamado Caulobacter ethensis-2.0 (C. eth-2.0), por el momento no se ha introducido en ninguna célula recipiente, por lo que no existe aún un organismo que funcione bajo la dirección de dicho genoma.
Nuestra valoración
Desde el punto de vista ético, no encontramos ningún inconveniente en la producción de estos organismos, siempre que se tomen las medidas apropiadas de bioseguridad, ya que pueden redundar en diversos beneficios para el ser humano, además de servir para el estudio de la función genética. No obstante, vale la pena realizar un comentario sobre la divulgación de este avance en los medios de comunicación, muchos de los cuales se han hecho eco de la noticia en forma de titulares y artículos alarmistas, hablando de científicos que “crean” vida y “juegan a ser Dios”. A este respecto, parece cuestionable la conveniencia de utilizar el término “crear” en referencia a estas experiencias. A nuestro juicio, puede llevar a confusión. Así, independientemente de las novedades de diseño que el ser humano pueda incluir en el genoma, en ningún caso se trata de una creación ex nihilo, de la nada, sino que siempre se parte de una materia preexistente. Quizás los términos “diseño”, “producción” u “obtención” sean más apropiados, no solo por acertados sino también para evitar preocupaciones injustificadas en el público.
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