La edad en tener el primer hijo en los países desarrollados se ha retrasado en los últimas cuatro décadas.

Diversos investigadores han mostrado los efectos que sobre los recién nacidos puede tener este retraso de paternidad. Hasta ahora las investigaciones se han centrado más en la edad de las madres, habiéndose constatado que los hijos nacidos de madres mayores pueden padecer algunos efectos adversos como pérdidas fetales, anomalías congénitas y nacimientos prematuros, pero cada vez hay mayor evidencia de que la edad del padre también puede influir en la salud de los nacidos, seguramente debido a cambios epigenéticos en los espermatozoides.

En un reciente artículo se evalúa la posible asociación entre la edad paterna y la salud de los recién nacidos en Estados Unidos, utilizando datos de 40.529.905 recién nacidos entre 2007 y 2016, detectándose que la edad paterna se asocia con mayores tasas en los nacidos de diabetes, nacimientos prematuros, bajo peso al nacimiento y morbilidad neonatal.

Sin embargo, una limitación del trabajo es que las edades del padre y de la madre son parecidas y consecuentemente no es fácil atribuir a cuál de los dos progenitores se pueden deber estos efectos.

En cuanto a los motivos a que esto se debe, parece que pueden ser atribuibles a cambios en el ADN del esperma paterno, aunque otras razones también pueden ser plausibles, incluso pudieran estar relacionados con hábitos negativos del padre que se agudizarían con la edad, como un uso excesivo del tabaco y del alcohol, obesidad, enfermedades crónicas y trastornos mentales.

De todas formas el incremento de efectos adversos es bajo, pues para ninguno de los efectos adversos descritos, los índices de riesgo superan el 1.5; pero los autores concluyen que un 18% de los efectos adversos perinatales detectados en la última década podrían ser atribuibles a que el padre tenga 45 años o más (ver más AQUÍ).