Hasta hace muy poco, se pensaba que las mitocondrias, pequeños componentes celulares encargados de mantener los requerimientos energéticos de las células, eran heredadas exclusivamente por vía materna, es decir, solo las mitocondrias de la madre permanecen tras la fecundación. No obstante, un reciente artículo publicado en PNAS, reporta 17 casos de herencia bipaternal de mitocondrias en humanos, es decir, 17 personas cuentan con mitocondrias no solo de su madre, sino también de su padre.

Aunque son necesarias investigaciones adicionales para determinar las causas de este hecho, se piensa que puede estar debido a una mutación en el ADN nuclear. Este descubrimiento ha supuesto un impacto para aquellos campos que se apoyan en este “dogma” de la biología, como son el estudio de la evolución humana o el desarrollo de las técnicas de transferencia nuclear (ver AQUÍ).

Así, los linajes mitocondriales se han venido estudiando para inferir conclusiones respecto a los orígenes ancestrales comunes entre distintas poblaciones. No obstante, este descubrimiento implica que los datos genealógicos obtenidos en los estudios podrían ser incorrectos, aunque es probable que simplemente se trate de casos excepcionales.

Por otro lado, se plantea una interesante posibilidad. Si se conocieran los genes nucleares responsables de regular la herencia mitocondrial, estos podrían modificarse para favorecer la herencia de las mitocondrias paternas en casos en que la madre presente enfermedades mitocondriales graves, pudiendo prescindir así de las técnicas de reemplazo mitocondrial, que plantean indudables problemas éticos (ver AQUÍ).

Algunos inconvenientes éticos

Sin embargo, la alteración del genoma en la línea germinal, que es lo que requeriría esta alternativa, tiene también graves inconvenientes éticos asociados (ver AQUÍ). De hecho, las principales cuestiones éticas son compartidas entre las dos posibilidades. En primer lugar, embriones humanos serían producidos in vitro y muchos de ellos destruidos. En segundo lugar, en ambos casos se trata de alteraciones en la línea germinal, por lo que cualquier efecto descontrolado puede ser muy grave para el individuo, cuyo desarrollo tiene todavía que llevarse a cabo. Además, los cambios se transmitirían a la descendencia, lo que agrava los riesgos. Una valoración del riesgo-beneficio desde el punto de vista médico sería también necesaria.