La modificación de embriones humanos para su posterior uso y destrucción es éticamente inaceptable, de manera que el avance científico en esta área debe sustentarse sobre investigaciones en embriones animales.
En un reciente número de la revista The Lancet, la Academia China de Ingeniería, la Academia China de Ciencias Médicas (ver AQUÍ) y una agrupación de investigadores del virus del SIDA, han publicado diferentes comunicados criticando las actuaciones de Jiankui He y su equipo, los científicos chinos que supuestamente han obtenido los primeros bebés con su genoma modificado (ver AQUÍ), proponiendo además el establecimiento de regulaciones apropiadas y guías prácticas.
Según afirma Jiankui, él y su equipo han utilizado la herramienta de edición genética CRISPR para inactivar el gen CCR5 en embriones humanos, otorgando inmunidad al virus del SIDA. Dos de esos embriones se habrían implantado en una mujer, desarrollándose el embarazo y dando lugar al nacimiento de los primeros bebés con su genoma modificado.
Estas experiencias han sido ampliamente criticadas por la comunidad científica internacional, pues la técnica no es segura y los cambios se transmitirán de generación en generación. Ahora, las tres publicaciones en The Lancet vienen a sumarse a estas críticas, calificando los hechos de contrarios a la ética, a la moral y la legalidad. Así mismo, abogan por la protección de la privacidad de los bebés y por el establecimiento de medidas reguladoras eficaces. Interesantemente, la agrupación de investigadores del virus del SIDA, recalca como la inactivación del gen CCR5 no solo no supone la cura de ninguna enfermedad (se trata de una modificación preventiva), sino que puede ser contraproducente: “El gen CCR5 tiene un papel clave en el mantenimiento de las funciones fisiológicas e inmunológicas adecuadas de la célula. La eliminación genética de CCR5 en embriones humanos sanos no tiene una base científica, podría tener efectos adversos graves y es probable que tenga consecuencias impredecibles”. Además, señalan que “el VIH es altamente mutable y el CCR5 es solo uno de los co-receptores para la entrada del VIH. Por lo tanto, deshabilitar el gen CCR5 no prevendría completamente la infección por VIH” y que “ya existen estrategias probadas, efectivas y asequibles para la prevención de la transmisión perinatal del VIH”. Por todo ello, concluyen que esta modificación genética “no ofrece ningún beneficio, pero además es probable que tenga riesgos incontrolables para los bebés y su salud futura”.
Nuestra valoración
Hasta este punto, las valoraciones aportadas nos parecen adecuadas. No obstante, hay otro aspecto en el que el criterio ético no nos parece acertado. Así, las tres publicaciones condenan solo aquellas modificaciones genéticas que tengan una “finalidad reproductiva”, entendida como la implantación de los embriones en una mujer y su desarrollo. La modificación de los embriones con fines de investigación, en cambio, no sería reprobable. A nuestro juicio, la modificación de embriones humanos para su posterior uso y destrucción es éticamente inaceptable, de manera que el avance científico en esta área debe sustentarse sobre investigaciones en embriones animales.
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