En un reciente trabajo publicado en Fertility and Sterility se evalúa la incidencia de embarazos gemelares, tanto monocigóticos (gemelos univitelinos), como dicigóticos (hermanos mellizos) tras la implantación de un único embrión de la propia pareja, fresco o congelado.
Esta práctica, implantar un solo embrión, está siendo ampliamente adaptada para reducir los embarazos gemelares o de más fetos, y así tratar de evitar los riesgos, que tanto para la madre, como para el hijo tienen los embarazos múltiples.
De todas formas, aunque permanezca la controversia sobre si la implantación de un solo embrión resuelve completamente el aumento de embarazos gemelares, no hay duda que reducirlo es muy beneficioso, tanto para las madres como para los hijos.
Para valorar esto, en el artículo anteriormente referido se utilizan datos obtenidos entre 2010 y 2013 de embarazos en los que utilizando la fecundación in vitro solamente se ha transferido un embrión fresco o congelado. En total se reportan los resultados de 32.600 ciclos. Se produjeron 15.143 embarazos, de los cuales 14.888 (98.3%) fueron de un solo feto y 226 fueron gemelares (1.7%)
Aunque la mayoría de embarazos gemelares fueron monocigóticos, uno de cada cinco embarazos gemelares (0.31%), tras la implantación de un solo embrión, fueron dicigóticos.
Ante estos resultados surge de inmediato la pregunta ¿Cómo es posible que, utilizando la fecundación in vitro, e implantando un solo embrión se pudieran obtener embarazos de gemelos dicigóticos (hermanos mellizos) pues si el embrión implantado se dividiera en dos, los gemelos producidos serían monocigóticos (gemelos auténticos)?
La gestación de gemelos dicigóticos se puede explicar por la existencia de dos gestaciones a la vez: una gestación espontánea (ovulación natural + coito con fecundación e implantación subsiguiente) y otra gestación derivada del embrión único transferido in vitro.
Según Gonzalo Herranz (comunicación personal) la ovulación para la gestación espontánea puede provenir de un folículo maduro que no se ha puncionado y que libera el ovocito que a continuación es fecundado; o de un ovocito que se ha “perdido” en el momento de la recuperación de ovocitos, lo que se da con más frecuencia en mujeres obesas.
Estos hechos pueden dar lugar a pensar que, si hay mujeres que durante el proceso de fecundación in vitro se quedan naturalmente embarazadas, puede ser porque su infertilidad no estaba bien diagnosticada.
La fecundación in vitro en casos de parejas con fertilidad espontánea residual es cosa que desde hace tiempo se conoce, por lo que cabría preguntarse, ¿no habría que exigirse un diagnóstico de la infertilidad de la pareja, antes de iniciar un proceso de procreación asistida? ¿Se podría pensar que las gestaciones espontáneas acaecidas durante los procesos de fecundación in vitro no se dan a conocer debidamente, porque ello podría perjudicar a la industria de la reproducción asistida? Son cosas que merece la pena ser meditadas.
*Ver artículo: «Estatuto biológico del embrión humano».
Justo Aznar
Observatorio de Bioética
Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
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