Dirección: Roberto Giraul
País: México
Año: 2009
Género: Drama
Intérprete principal: Jorge Lavat (Chano)
Música: Juan Langarica
Estreno en España: 2011
La idea central de mi colaboración consiste no tanto en que los posibles lectores sepan mucho de cine, sino de que tengan la ocasión de saber un poco más del valor y la dignidad inalienable de la vida a través del cine. Para ello, busco películas que iluminen esta realidad; hacer bioética siendo buenos espectadores de buenas películas.
Los datos más sobresalientes de la película que comentamos son los siguientes:
El estudiante gozó de un enorme éxito en México -donde permaneció en cartel durante 22 semanas- y ganó muchos premios, incluidos seis Diosas de Plata -los galardones de la prensa mexicana-, entre ellas, a la mejor película y al mejor director. Deseo destacar que en la música de fondo hay boleros de Agustín Lara. Recordemos uno de ellos: “… Solamente una vez, se ama en la vida/Una vez, nada más / se entrega el alma / con la dulce y total / renunciación, / y cuando ese milagro realiza / el prodigio de amarse, / hay campanas de fiesta que cantan / en el corazón…”. No es un bolero pasado de moda. Es la clave de la vida lograda. En este caso se vive a través del matrimonio formado por Chano y Alicia.
Chano -70 años- es una persona recién jubilada al que podemos poner muchos adjetivos para conocerlo, sin acertar del todo, porque Chano es una persona quijotesca, romántica, positiva, caballerosa. Vive en Guanajuato (la película aprovecha para mostrarnos la belleza de esta ciudad) con su esposa Alicia, a la que llama cariñosamente Sirenita. Atraído por una representación teatral sobre «El Quijote», Chano decide volver a ser alumno y tras no pocos, aunque simpáticos obstáculos, logra matricularse en la universidad para estudiar Literatura.
Asistimos a partir de este hecho a un precioso cuento moral que exalta sin complejos un noble estilo de vida, de inspiración cristiana, delimitado por valores estupendos, entre los que podemos destacar:
– El amor en el matrimonio (quizás la mejor y más hermosa secuencia la visualizamos entre Chano y su esposa, en una fiesta universitaria, cuando rememoran su primer encuentro, al tiempo que sus recuerdos se materializan en dos jóvenes estudiantes que repiten sus rituales, ajenos a las palabras del matrimonio). “Siempre mi consuelo, siempre mi columna, siempre mi amada”, comentará Chano tras la muerte de su mujer.
– El ambiente universitario de amistad y el trabajo bien hecho que se imponen dada la apertura de la gente joven y el ejemplo amable de Chano y de su mujer.
– El respeto a la dignidad humana; muy particularmente ante el embarazo no deseado de una alumna.
– El sentido purificador del sufrimiento; aparecen a través de unas secuencias originales, en las que los alumnos, van repitiendo a personas de distinta condición sentencia de «El Quijote».
– “Los males que no tienen fuerza para acabar la vida, no han de tenerla para acabar la paciencia”; “Las tristezas no se hicieron para las bestias sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado se hacen bestias.
– Consejos sobre incipientes amores, en donde ha de armonizarse la claridad con el cariño y la paciencia.
– La compañía ante conflictos vitales, particularmente ante la agresiva adicción a las drogas y la dificultad para salir de esos grupos.
– Y también el despertar de la dimensión humanizadora de la cultura. Oiremos frases de este tipo “Las puertas de la cultura, como las de la Iglesia y las de la política siempre están abiertas, o deberían estar”; «Solo la luz de la vela es necesaria para alumbrar nuestra imaginación.»
Una película, en mi opinión, siempre actual, que crea como un noble cañamazo en el que ir tejiendo las cualidades que acompañan a la persona.
Gloria Tomás
Catedrática Honoraria de Bioética
Observatorio de Bioética
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