Cuidados paliativos. El libro «Despertar la compasión» nos da pautas y una guía acerca del cuidado ético de los enfermos graves
Título: Despertar la compasión. El cuidado ético de los enfermos graves
Autor: Dr. Emilio García-Sánchez
Editorial: Eunsa 2017
El libro que presentamos aborda un tema de creciente interés para la bioética actual, para los profesionales de la salud y para cada uno de nosotros, que probablemente tendremos que tomar decisiones o ayudar a otros a tomarlas ante el cuidado de enfermos graves. Nos referiremos en esta sucinta reseña a los capítulos que consideramos de mayor interés.
Sin duda los avances tecnológicos, en el campo de los cuidados paliativos, aportan grandes medios para preservar la vida de un paciente grave con calidad de vida, a veces, más que aceptable. Sin embargo, recientes estudios muestran que en los países occidentales, la soledad y frecuentemente el aislamiento que sufren, particularmente los ancianos, crean miedos, depresión y sentimientos de abandono que se agudizan ante una enfermedad grave, muchas veces crónica, para la que se han agotado los medios terapéuticos, pues su cuidado puede limitarse a una atención sanitaria correcta, según los protocolos médicos, con el apoyo de medios biotecnológicos.
Por otra parte, la dificultad de la medicina moderna en abordar el tema de la muerte agrava esta situación. Esta carencia se viene detectando a nivel mundial, aunque se estén promoviendo cursos, a los médicos en general y a los intensivistas en particular, sobre el diagnóstico de muerte próxima. El profesional de la salud, formado para diagnosticar y tratar la enfermedad se enfrenta a otra realidad, la de un paciente al que ya no se le puede prescribir un tratamiento efectivo y solo se puede aliviar y sostener su ánimo, para que perciba que es valorado y estimado, aunque esté gravemente enfermo y próximo a la muerte.
¿Por qué el autor hace un llamamiento a “despertar la compasión”? A su juicio porque nos enfrentamos a una cultura que tiende a subestimar la dignidad de vida del paciente grave y del que está próximo a la muerte. Se tiende así a que el foco de atención tienda a no ser el paciente grave, sino el otro enfermo que necesita el órgano para vivir o la cama para ocupar. Todo esto se sintetizaría, según el autor, en un mensaje, “de que la vida sin salud no vale la pena vivirla… te daré la muerte si tú quieres”. La tentación del médico, puede ser, dejar su misión, salvaguardada por su juramento hipocrático, y erigirse como juez, diciendo “tu no debes seguir existiendo”.
El capítulo 3, el autor lo dedica, a profundizar en los argumentos sobre el valor de la vida, por más agostada y disminuida que esté, a la luz de la incomparable dignidad de la persona humana. Afirma García Sánchez, que el hombre, esté en la situación que esté, es un individuo de la naturaleza humana con todas sus derechos y prerrogativas, no sujetos a diagnósticos, protocolos o respuestas a ciertos estímulos. “La vida es vida y es humana aunque no tenga calidad de vida…dado que la primacía de la persona (y por lo tanto su vida) se sitúa en el ser y no en tener ciertas cualidades”.
En el capítulo 6 trata de “Los diagnósticos y pronósticos sin compasión”. García-Sánchez afirma la falta de rigor científico con que se clasifican sin matices las “enfermedades letales e incompatibles con la vida”, por ello, apela a que “los médicos no sean tan drásticos en sus diagnósticos” (y sobretodo en sus pronósticos) y se abran a nuevas vías informativas para la búsqueda y conocimiento de otras terapias disponibles y en desarrollo.
En el capítulo 7 afirma que “La compasión por amor supera el sufrimiento”, fundamenta y concreta el tipo de atención que es éticamente urgente facilitar a todo paciente que sufre una enfermedad grave. Se citan ejemplos y casos particulares que muestran las cualidades necesarias para que exista una auténtica compasión en el cuidado de los enfermos crónicos y terminales. Así, se resalta la calidad humana de aquellos cuidadores, familiares o profesionales sanitarios, que se dedican a establecer un dialogo afectivo e íntimo con el paciente, más allá de las palabras, en el que una mirada, un gesto, una actitud producen un efecto “casi terapéutico” en el enfermo grave. El autor destaca la importancia de “la compañía física junto al paciente y el sentido del tacto”, afirmando que “consolar (efecto principal de una genuina compasión) consiste en crear un vínculo de pertenencia que hace que el paciente se sienta siempre acompañado; lejos de la soledad, que es el mayor temor, el que subyace a todos los temores del enfermo grave”.
Nuestro Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia recomienda este libro a todos aquellos que quieran estar actualizados sobre las luces y las sombras del tratamiento y cuidado de los pacientes graves.
Manuel Zunín
Observatorio de Bioética
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