Un reciente artículo publicado en la revista JAMA afirma que el comportamiento del hombre y sus exposiciones a distintos factores ambientales antes de concebir, pueden determinar el desarrollo y futura salud de sus descendientes, pudiendo resultar en obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, problemas de comportamiento, etc. Esto es debido a que distintas experiencias, tales como la exposición a químicos tóxicos, el consumo de alcohol, los hábitos nutricionales o el estrés, quedan reflejadas en la memoria del esperma. Esta memoria funciona en forma de marcas epigenéticas, es decir, distintas señales moleculares que actúan sobre los genes regulando su expresión. Algunas de estas marcas son heredables, de manera que afectarán también a los genes de la descendencia directa y de generaciones posteriores.

Cada vez existen más evidencias de este hecho (Ver una completa revisión AQUÍ). Por ejemplo, en roedores, se ha demostrado que la exposición de los machos a distintos tóxicos puede causar infertilidad y otras enfermedades en la descendencia debido a los cambios epigenéticos que se inducen en el esperma (Ver AQUÍ). También en roedores se ha demostrado que el consumo de alcohol en machos antes de la cría está asociado a efectos tales como la disminución del peso fetal (Ver AQUÍ), la alteración del peso de los órganos, la disminución de la higiene y el aumento de la ansiedad y la impulsividad (Ver AQUÍ). Además, también los hábitos alimenticios paternos se han asociado con alteraciones en la salud de la descendencia (Ver AQUÍ), como el aumento de peso o el cáncer de mama (Ver AQUÍ).

También en humanos se ha demostrado la influencia del comportamiento masculino en la descendencia. Ya en la década pasada, una serie de estudios de cohortes históricas de Överkalix, en el norte de Suecia, demostraron, sorprendentemente, que la escasez o abundancia de comida durante la adolescencia del padre conllevaba, respectivamente, un menor o mayor riesgo de muerte temprana en la descendencia, (ver AQUÍ). Dos estudios posteriores sugieren que el momento de la exposición ambiental también es importante. Así, en ambos se comprueba que los hombres que empezaron a fumar antes de la pubertad tenían hijos con más grasa corporal que los hijos de aquellos que empezaron a fumar más tarde (Ver AQUÍ) y (AQUÍ). Igualmente se han encontrado en los hijos marcas epigenéticas relacionadas con la obesidad paterna (Ver AQUÍ) o con tratamientos de quimioterapia en los padres (Ver AQUÍ).

En relación con ello, hay indicios de que algunos efectos en el esperma asociados al estilo de vida paterno se pueden revertir, con el ejercicio y los cambios dietéticos (Ver AQUÍ) o la pérdida de peso por cirugía, por ejemplo. Así, aunque algunos cambios en el esperma pueden ser permanentes, el comportamiento del padre los meses previos a la concepción podría ser relevante.

A nuestro juicio, estos hallazgos urgen a la concienciación, también masculina, de la importancia de los hábitos de vida en la salud de la futura descendencia.

Lucia Gómez

Lucia Gómez Tatay

Observatorio de Bioética

Universidad Católica de Valencia