Enfermedades del corazón y terapia celular. Realizadapdf con células madre de médula ósea del propio paciente no presenta efectos secundarios negativos, pero las mejoras clínicas que se obtienen son muy limitadas

De forma reiterada nos hemos referido en nuestro Observatorio de Bioética a la posibilidad de utilizar la terapia celular en las enfermedades del corazón. En un principio revisamos un amplio número de ensayos clínicos que parecían ofrecer resultados positivos al respecto, pero paulatinamente fueron llegando otros en los que se constataba que estas terapias no tienen efectos perjudiciales para el paciente que la recibe, pero que los efectos clínicos eran muy limitados. Ahora se publica un Editorial en la revista Nature Biotechnology, en el que se hace referencia a este tema, al hilo de otro ensayo clínico, el PreSERVE-AMI, el más amplio realizado en Estados Unidos con células madre de la médula ósea de los propios pacientes, dirigido a valorar la eficiencia clínica de dicha terapia en las enfermedades cardíacas. Este último ensayo viene a confirmar los resultados anteriores. En él se muestra que estas terapias no son eficaces, pues las mejoras que se obtienen son muy pequeñas, por ello se plantea la posibilidad ética de reevaluar la necesidad de continuar con este tipo de ensayos.

Fundamentalmente parece ser que esta terapia no es eficaz porque las células autólogas (del propio paciente) de médula ósea transferidas no forman nuevo tejido cardíaco, sino que rápidamente, gran número de ellas, mueren o se fusionan con el tejido del receptor.

Se ha especulado sobre la posibilidad que los efectos beneficiosos obtenidos, aunque moderados, pudieran ser por un efecto paracrino (no debido, a las propias células, sino a productos liberados por ellas). Por todo ello, aunque los datos sobre seguridad son positivos, hay que resaltar que los efectos clínicos han sido “marginales, ambiguos o negativos”.

Esto se confirma en dos revisiones Chrocane, una de 2015 y otra de 2016. En esta última se revisan 38 ensayos clínicos realizados con células madre de la medula ósea de los propios pacientes concluyéndose que “existe una baja evidencia” sobre que estos tratamientos disminuyan la mortalidad de los enfermos.

Hasta ahora, según se comenta en dicho Editorial, las células madre de médula ósea han sido administradas a miles de pacientes con infarto de miocardio durante la pasada década y media, se han invertido miles de millones de dólares gubernamentales o de fondos privados y ninguno de estos ensayos ha mostrado eficiencia clínica sobre los puntos finales, es decir la disminución de la morbilidad o mortalidad de los pacientes.

Por ello, se sugiere que antes de continuar con más ensayos de este tipo habría que profundizar en los estudios básicos que traten de esclarecer los posibles mecanismos de acción de este tipo de terapia, especialmente en lo que hace referencia a aumentar el número de células útiles para reparar el tejido lesionado, siempre de tan gran tamaño, como es el que se produce en los infartos de miocardio habituales.

También recientemente se ha publicado en Diario Médico las conclusiones del XIV Simposio Internacional de Terapia de Células Madre e Innovación Cardiovascular. En él se obtienen conclusiones muy similares a la Editorial de Nature biotechnology que anteriormente hemos comentado. Sus resultados se han publicado en el European Heart Journal donde se hace balance de los logros de la terapia de regeneración y de las estrategias que deben adaptarse para avanzar en la próxima década. En él se propone reforzar las bases moleculares implicadas en el fenómeno de regeneración, pues de ello se espera no solo obtener nuevas terapias, sino también desarrollar modelos de la enfermedad que sirvan para la investigación. Es el paradigma de la medicina personalizada: Emplear las propias células del paciente como modelo de estudio de tratamientos”.

También se propuso promover el empleo de cardiomiocitos derivados de células madre pluripotentes, que ya se ha experimentado en cerdos y macacos, demostrando que pueden restituir el tejido infartado, aunque su uso se asocia a arritmias.

Esencialmente los resultados de este Simposio vienen a confirmar lo ya conocido, que la terapia celular del infarto de miocardio, especialmente realizada con células madre de médula ósea del propio paciente no presenta efectos secundarios negativos, pero que las mejoras clínicas que se obtienen son muy limitadas.

*Foto libre de derechos Pixabay

 

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Justo Aznar

Observatorio de Bioética

Universidad Católica de Valencia