Muerte cerebral
El libro «Solo se muere una vez» es una interesante revisión de aspectos clínicos de los estados severamente alterados de conciencia, así como de los conceptos de muerte encefálica actualmente vigentes
Titulo: Solo se muere una vez
Autor: Jacek María Norkowski,
Colección Ensayos-ciencia
Ediciones Letraclara. Madrid – 2016 (254 págs.)
El autor, Jacek María Norkowski, médico y monje, está doctorado en Filosofía por la Academia Pontificia de teología de Cracovia con una tesis en la que sometía al análisis filosófico el proceso de la aparición y el derecho de la conciencia en el ser humano. Posteriormente obtuvo el grado de doctor en medicina con una tesis doctoral titulada “Coma postraumático, estado vegetativo y muerte cerebral” en la Universidad de Nicolás Copérnico de Torun.
En el libro “Sólo se vive una vez” se realiza un análisis de situaciones clínicas de la medicina contemporánea en las que la alteración, estructural o funcional, de las funciones cerebrales se asocia a toma de decisiones clínico-éticas relevantes para el devenir de la vida del paciente. Entre estas situaciones las más conocidas por el gran público son: el coma, el estado vegetativo, y la muerte encefálica.
El libro está dividido en tres apartados. El primero se refiere a alteraciones funcionales reversibles de la conciencia, como es el coma. Se analizan aspectos médicos y fisiológicos de la conciencia, sus bases anatómicas, y fisiológicas, y el pronóstico de los pacientes en coma.
El segundo gran apartado del libro se titula “Estado Vegetativo”, aunque en realidad analiza no solamente esta situación clínica, sino que también hace referencia a los “Estados de Mínima Conciencia” y otras alteraciones de conciencia frecuentemente confundidos con estados vegetativos.
El capítulo se inicia con una revisión histórica de la evolución del concepto de estado vegetativo, desde las primeras descripciones de este síndrome al que, inicialmente, se denominó “síndrome apálico”. El autor realiza una descripción de otras situaciones frecuentemente vinculadas al estado vegetativo (mutismo aquinético, síndrome de enclaustramiento, etcétera) pero que presentan características clínicas significativamente diferentes de las de aquel. La descripción que el autor realiza de estos síndromes clínicos es más divulgativa que científica, con énfasis en los frecuentes errores que algunos médicos cometieron al confundir el estado vegetativo con otros estados de conciencia severamente alterados. Jacek Maria Norkowski, resalta que la toma de decisiones éticas en este tipo de pacientes debe partir de un diagnóstico cierto de persistencia de conciencia en mayor (síndrome de enclaustramiento) o menor grado (estado de mínima conciencia), o de ausencia completa e irreversible de la conciencia (estado vegetativo permanente).
Aunque se destaca la relevancia de establecer el diagnóstico preciso de estos estados, se echa en falta en este capítulo una mayor precisión en la definición de los mismos, lo que probablemente es debido al excesivo énfasis que en este apartado se pone en resaltar aquellos casos descritos en la literatura de errores diagnósticos de estos estados. Por otra parte la idea del autor de realizar un capítulo a nivel divulgativo, probablemente le lleva a imprecisiones clínicas y neuropsicológicas de gran relevancia médica y ética, como por ejemplo considerar el arousal (la presencia de ojos abiertos), cuya ubicación funcional se sitúa en el tronco del encéfalo, y que por definición está presente en los pacientes en estado vegetativo, con el awareness (contenido de conciencia), ausente en pacientes en estado vegetativo permanente; conceptos significativamente relevantes desde el punto de vista de la ontología humana y que el autor engloba dentro de una única acepción (“conciencia”).
En el libro se destaca el hecho de que, con independencia del nivel de conciencia de los pacientes (estado vegetativo permanente, estado de mínima conciencia, etc.) la dignidad de los pacientes se mantiene en cualquiera de estas circunstancias, haciendo referencia en esta apartado a las conclusiones sobre este tema del Congreso de Médicos Católicos celebrado en Roma en el año 2004.
El tercer apartado del libro está referido a la muerte encefálica, y en el cual se hace mención de los tres conceptos de muerte encefálica actualmente vigentes de acuerdo a las distintas escuelas médicas: el concepto de muerte encefálica global, el concepto de muerte neocortical, y el concepto de muerte del tronco del encéfalo. El posicionamiento del autor es fundamentalmente nihilista ante los tres conceptos de muerte encefálica. El no considerar la muerte del tronco del encéfalo como la muerte de la persona se fundamenta en el hecho de que para la demostración de muerte bajo este tipo de concepto, se obvia (por considerarlo innecesario) el examen del encéfalo, extendiéndolo este exclusivamente al tronco del encéfalo. El concepto de muerte neocortical también es rechazado, al considerar que se fundamenta en la ausencia exclusiva de contenido de consciencia, lo cual es calificado como insuficiente para establecer el diagnóstico de muerte de la persona. El posicionamiento respecto a la muerte encefálica global es también discrepante del mismo, fundamentado, sustancialmente en dos elementos: el primero, el hecho de que pudiera existir un interés desproporcionado por parte de los médicos, en establecer el diagnóstico de muerte, con la única intención de extraer sus órganos para la realización de trasplantes, y el segundo, en el hecho de que han sido descritos casos de errores diagnósticos al realizar los exámenes clínicos e instrumentales para establecer la muerte del individuo basado en criterios encefálicos. También es comentado en este apartado que algunos protocolos e incluso legislaciones de países utilizan un numero de criterios insuficientes para el establecimiento del diagnóstico de muerte encefálica global. Ello lleva al autor, a considerar que, de forma generalizada, esos criterios clínicos e instrumentales, bien descritos e implementados o muchos países, son inadecuados para establecer el diagnostico de muerte encefálica global al ser insuficientes para definir la pérdida total e irreversible en todas las funciones biológicas del sistema nervioso central.
El libro es una interesante revisión de aspectos clínicos de los estados severamente alterados de conciencia, así como de los conceptos de muerte encefálica actualmente vigentes. Probablemente el excesivo posicionamiento del autor en cuanto a la frecuencia con que se cometen errores diagnósticos, y el hecho de su nihilismo en cuanto a la situación en muerte encefálica hacen que el libro pierda potencialidad en cuanto a ser un libro de referencia para el análisis de estos conceptos.
José María Domínguez Roldán
Observatorio de Bioética
Universidad Católica de Valencia
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