Transferencia mitocondrial. Abre las puertas la primera clínica que ofrece estas técnicas
La primera clínica destinada a ofrecer las técnicas de transferencia mitocondrial al público, llamada Darwin Life, ha sido fundada por John Zhang, que lideró al equipo implicado en el nacimiento del primer bebé fruto de estas técnicas (ver AQUÍ).
Las técnicas a las que nos referimos se desarrollaron en un primer momento para evitar la transmisión de las enfermedades mitocondriales a la descendencia. Sin embargo, más adelante se pensó que también podrían aplicarse al campo del tratamiento de la infertilidad (ver AQUÍ). En lugar de reemplazar las mitocondrias “enfermas” por mitocondrias “sanas” de donante, se trataría de utilizar mitocondrias de una donante joven para rejuvenecer los ovocitos de la futura madre, que tendría problemas de fertilidad asociados a la edad. El objetivo de la clínica es el segundo, “revolucionar el alcance de la tecnología reproductiva, ofreciendo tratamientos, productos y servicios integrales para abordar el envejecimiento reproductivo”. No obstante, no está demostrado que este cambio mitocondrial sea realmente capaz de restaurar la fertilidad en estas mujeres (ver AQUI), lo que ya supone un importante argumento en contra de la comercialización de estas técnicas para este fin.
Otros critican el hecho de que la aplicación de la transferencia mitocondrial se extienda más allá de la prevención de la transmisión de enfermedades, cuando aún no están claras diversas cuestiones de seguridad, como el carry over mitocondrial (actualmente no se ha conseguido que el 100% de las mitocondrias en el nuevo individuo procedan de la donante), el fenómeno de reversión (el porcentaje de mitocondrias “enfermas” o “viejas” puede volver a aumentar después de la aplicación de las técnicas) o el mismatch (posibles incompatibilidades entre las mitocondrias de la madre y de la donante), además de los riesgos asociados a cualquier modificación genética de la línea germinal, que se maximizan por el hecho de que se transmitirán de generación en generación (ver AQUÍ).
A nuestro juicio, esta diferenciación de aplicaciones no es éticamente relevante, pues no es que en un caso se trate de curar a un niño enfermo y en el otro de tratar la fertilidad. En ambos casos se trata de generar nuevos individuos in vitro, que solo serán implantados en sus madres si están sanos, y si no serán desechados. Si bien es cierto que aumentar el abanico de aplicaciones de estas técnicas aumenta las probabilidades de que algo vaya mal, los problemas éticos son los mismos en ambos casos: problemas de seguridad, producción in vitro de seres humanos y descarte de aquellos “imperfectos”.
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.