Madre de alquiler norteamericana afirma que no volvería a gestar un bebé para otros tras tener cinco hijos de esta forma.

Tras tener cinco hijos como vientre de alquiler (cuatro de ellos en partos gemelares), la norteamericana Kelly Martínez ha dicho basta. «No lo volvería a hacer. Alejarme de mi marido, que piensa que no soy la persona con la que se casó, dejar de lado a mis tres hijos… y el daño mental que comportan estas circunstancias, no merece la pena». Pero no siempre lo tuvo tan claro. «Me motivaba que me pagaran por hacer algo que me gustaba y se me daba bien», reconoce. Pero su último embarazo, por encargo de una pareja española, y por el que cobró 35.000 dólares aproximadamente, le hizo abrir los ojos ante esta realidad. «Al principio su comportamiento fue normal. Hablábamos por Skype y nos poníamos al día de la marcha del embarazo. Querían un niño y una niña, pero pasó algo que por lo visto solo sucede una vez entre un millón: el embrión femenino no agarró y el del niño se dividió en dos». Como eso no es lo que ellos querían, la relación empezó a tornarse «rara». «Intentaba ponerme en contacto con ellos pero me resultaba imposible, siempre estaban «muy ocupados». Se quejaban de que habían pagado extra para tener chico y chica y que estaban tremendamente disgustados». Terminó dando a luz a los siete meses mediante cesárea. El primer día que fue a conocer a los niños al hospital solo estuvo con ellos una hora. La pareja regresó a España. Estas dificultades llevaron a Kelly a unirse a la campaña lanzada por plataforma Stop Surrongacy Now,” que ahora se presenta en España, y que aboga por el fin de esta práctica en todo el mundo: «Creemos que es un problema global, y como tal hay que darle una solución global», concluyen desde esta entidad.