‘El DGP conlleva una indudable manipulación de los embriones, que si se evita es éticamente favorable.’

No cabe duda que un objetivo médico y ético es mejorar la efectividad de la fecundación in vitro, es decir aumentar el índice de embarazos conseguidos, cosa que al parecer por el momento no se logra (ver AQUÍ), pues dichos índices permanecen desde hace tiempo muy estables (ver últimos datos AQUÍ)

Para intentar mejorar la efectividad de la FIV se ha propuesto utilizar el diagnóstico genético preimplantacional (DGP) para tratar de seleccionar los embriones de mejor calidad para ser implantados, especialmente para intentar evitar la transferencia de aneuploides (embriones con un número de cromosomas que no es múltiplo de 23).

Sin embargo, estudios prospectivos racionalizados muestran que al parecer no se mejora el índice de nacidos vivos si previamente se utiliza el DGP.

Para tratar de evaluar la conveniencia o no de utilizar el DGP se ha publicado ahora (ver AQUÍ) un amplio estudio que analiza los resultados de 5.471 ciclos de estimulación ovárica en los que se utiliza el diagnóstico genético preimplantacional y 97.069 en los que no se usa.

Los resultados muestran que la tasa de implantación de embriones es prácticamente similar cuando se utiliza el DGP (64.2%) que cuando no se usa (62.3%).

Sin embargo, el índice de nacimientos por ciclo iniciado es ligeramente inferior (25.2%) cuando se utiliza el DGP, que cuando no se usa (28.8%), lo que se confirma también cuando el índice de embarazos se calcula a partir del número de embriones transferidos (39.3% contra 46.2%).

El número de abortos fue prácticamente similar en ambos grupos (13.7% contra  13.9%).

Los autores concluyen que el uso de DGP disminuye los índices de nacimientos cuando se utiliza el DGP.

Estos resultados tienen una indudable connotación bioética, pues el DGP conlleva una indudable manipulación de los embriones, que si se evita es éticamente favorable.