Ahora mismo hay en Estados Unidos 350 centros de terapia celular dedicados a ofrecer tratamientos basados en células madre contra el autismo, la fibrosis quística, la esclerosis múltiple y otras muchas enfermedades. Todos carentes, no ya de aprobación por la agencia del medicamento de ese país (FDA), sino incluso de un modesto ensayo clínico que permita iniciar su uso con garantías. Como las células madre no son exactamente un “medicamento”, las empresas –o sus abogados- aducen que pueden comercializar sus tratamientos sin que la FDA los tenga que autorizar. Puede que el argumento sea sólido desde el punto de vista legal (ver AQUÍ), pero indudablemente está al margen de las más elementales normas éticas.