Qué es la perspectiva de género y causas
La filosofía o perspectiva de género es aquella ideología, surgida en los años setenta en Norteamérica, que propugna que la sexualidad biológica no es constitutiva de la identidad personal, sino que cada cual define su identidad sexual como quiera.[1]
Esta filosofía defiende que, hasta ahora, la diferencia sexual ha sido fruto de una imposición cultural machista, que ha llevado a identificar a las personas con determinados roles en función de su constitución física. El género es fruto de una imposición continua, según explica Judith Butler, una de las más radicales defensoras de la ideología de género.[2]
En la superficie de esta filosofía hay una proyección del marxismo, que se desplaza desde la lucha de clases (trabajador – explotador) a la lucha de géneros (mujer – hombre). Pero en el fondo de la ideología de género se debate la siguiente cuestión: ¿qué motivos hay para respetar las exigencias de la naturaleza si ésta no es más que ciega evolución de la materia?, ¿por qué un ser inteligente, como es el hombre, que puede dominar la materia, ha de someterse a los dictados de una evolución ciega y caprichosa?, ¿por qué la mujer ha de ser madre cuando puede desquitarse de esa imposición genética?, o más todavía, ¿por qué hemos de aceptar el sexo que nos impone la naturaleza cuando, gracias al desarrollo de la cirugía, puede uno al menos asemejarse morfológicamente al sexo que no le dio la naturaleza?
Junto a la idea del mundo como fruto del azar, hay otra causa que ha contribuido a la difusión de la ideología de género: una confusión entre desigualdad y diferencia. Se piensa que entre el hombre y la mujer no ha de haber diferencias, y que todo trato diferente entraña una cierta injusticia. Pero ante esto podríamos objetar que ciertamente el hombre y la mujer han de ser respetados por igual, pero son diferentes, precisamente porque son complementarios. El feminismo más radical parte de la visión individualista propia de la modernidad, según la cual el hombre se explicaría a sí mismo con independencia de la comunidad, de sus relaciones con los demás. Pero lo cierto es que todo ser humano es parte natural de una comunidad en cuyo seno se realiza. El individualismo moderno ha perdido de vista la condición de parte que tiene el hombre en un todo que es la comunidad, cuya expresión más básica es la familia. Y el bien de algo que es parte (en este caso, la persona humana) consiste en estar adecuadamente dispuesto hacia el todo del que forma parte (en este caso, la familia y la comunidad humana). Las diferencias entre los hombres en sí mismas consideradas parecerían injustas, pero si se juntan las partes, salen las cuentas. ¿No será que somos diferentes para vivir juntos?
La ideología de género parece considerar que las relaciones humanas están basadas en el odio, donde el hombre se realiza en la medida en que se afirma a sí mismo. Y así el amor se plantea casi como una mutilación o una renuncia a la autoafirmación, porque cuanto más se ama, más se renuncia a uno mismo. El matrimonio, que es la institución del amor por excelencia, se plantea como el lugar de la opresión y de la violencia, del que es preciso desquitarse. Al igual que el marxismo, esta perspectiva de género presupone que en las relaciones humanas siempre hay una ambición, un impulso de dominación, una continua lucha por el poder.
Ciertamente hay que defender siempre a las clases oprimidas, pero de ahí a considerar que la causante de la opresión sea la misma institución de la familia, es ir demasiado lejos. No se pueden matar mosquitos a cañonazos. No hay por qué llevarse por delante una institución natural, la del matrimonio, que lleva funcionando desde que existen hombres sobre la tierra, con el pretexto de que algunos hombres oprimen y han oprimido a sus mujeres. Esto pasará siempre, y también habrá mujeres que opriman a sus maridos, pero esto nos es culpa de la institución del matrimonio, ni de la familia, sino de la propia debilidad de la naturaleza humana. La violencia no es algo propio del matrimonio, como no es propio de la compraventa el fraude, aunque haya compraventas fraudulentas.
Y por su parte, la violencia doméstica no va a disminuir por el sólo hecho de alentar toda denuncia, que ciertamente hay que hacerlo, sino reforzando la educación y motivando el respeto, y mejor todavía, alentando el amor. Provocar el enfrentamiento y la lucha no es la principal solución para acabar con la opresión.
Proyección exagerada del pensamiento de Rousseau
En el fondo de la ideología de género, además de la filosofía existencialista a la que antes hemos hecho referencia, hay una exagerada proyección del pensamiento de Rousseau: en el estado de naturaleza, más allá de la diferencia orgánica, el ser humano no tendría un papel definido como varón o mujer: su rol sería neutral. Es la sociedad la que le hace asumir el papel de varón o mujer, creando las diferencias que la cultura atribuye al hombre o a la mujer. Es decir, los seres humanos, según el dato biológico del sexo, nacen machos o hembras, pero la sociedad, con su actividad, construye la sexualidad convirtiéndolos en hombres y mujeres; la cultura engendra las ideas de masculinidad y feminidad.
Esta diferencia sexual —se dice— es «la primera alienación del ser humano», en concreto, de la mujer, a la que tradicionalmente se le ha asignado un papel de sometimiento al varón, como si fuera algo propio de su naturaleza. «Destrúyase la represión sexual —escribe Wilhem Reich— y reencontremos al hombre natural, que es inmediata y espontáneamente sociable».[3] Se trata, por tanto, de destruir «artificios culturales» que encorsetan la personalidad, entre los que destaca la institución de la «familia tradicional”.
Esta nueva perspectiva de género defiende que hay que volver a exaltar las pulsiones naturales. La razón se presenta, pues, como el enemigo que sojuzga a los instintos. La idea clásica de virtud hay que rechazarla: la virtud no se debe entender —dicen las feministas más radicales— como una especie de domesticación que la razón impone sobre los apetitos sensitivos. Hay que dar rienda suelta a la pasión, y lo que desde Sócrates se había considerado un vicio, hay que restaurarlo como valor.
Neomarxismo y feminismo
La teoría del «feminismo de género» se basa también en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá sólo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.
Fue Frederick Engels quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. En su obra «El Origen de la Familia, Propiedad y el Estado», escrito en 1884, señala que el primer antagonismo de clases de la historia se da entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo.[4]
Alicia Miyares, una de las principales representantes de la ideología de género en España, piensa que las instituciones contra las que hay que luchar para liberar a la mujer son la familia y el matrimonio, con todo lo que ello supone: la maternidad, la proscripción del incesto, la consagración de la heterosexualidad…[5] La lucha, según Miyares, tiene que articularse en tres niveles, que se corresponden con los tres niveles de asignación cultural del rol tradicional de la mujer: el nivel personal, por el que se diferencia la mujer del hombre; el nivel familiar, por el que se diferencia entre padre y madre; y el nivel laboral, por el que se distingue entre ocupaciones específicamente masculinas y femeninas. Pero sobre todo, hay que luchar contra la idea de fondo que sustenta la concepción de la «familia tradicional», que es principalmente la religión judeocristiana, a la que se considera el presupuesto fundamental de la alineación de la mujer. Incluso, hay quienes, como las «teólogas» feministas Joanne Carlson Brown y Rebecca Parker, acusan al cristianismo de promover el abuso infantil, porque, según dicen ellas, el cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. «¿Cabe asombrarse de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante de la cultura es el ‘abuso divino del hijo?» [6] Si el cristianismo ‑concluyen‑ ha de ser liberador del oprimido, debe primero liberarse de esta teología.
Por otra parte, en esta dinámica de autoafirmación de la mujer hay que desterrar la noción clásica de «trabajo doméstico». En una ética de inspiración marxista, la persona que no se inserta en los procesos de producción, que no deja huella en la sociedad, no es reconocida como persona. La idea de reconocimiento social se convierte curiosamente en causa de autoafirmación. Y ciertamente, dicen las feministas radicales, en el trabajo doméstico, la mujer no se socializa. Y por lo tanto, no debería existir ni siquiera la opción de quedarse en casa trabajando y cuidando a los niños, porque mientras exista esa posibilidad, muchas mujeres se decidirán por ella. El propio Engels escribe: “La familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica franca o más o menos disimulada de la mujer, y la sociedad moderna es una masa cuyas moléculas son las familias individuales. Hoy, en la mayoría de los casos, el hombre tiene que ganar los medios de vida, que alimentar a la familia, por lo menos en las clases poseedoras; y esto le da una posición preponderante que no necesita ser privilegiada de un modo especial por la ley. El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletario”.[7] Por lo tanto, no es de extrañar que se plantee el trabajo doméstico como el lugar de la opresión de la mujer por el varón, lugar del que es preciso liberarse para poder afirmar la propia personalidad.
Origen de la ideología de género: John Money
El que primero utilizó el término ‘género’ para referirse al concepto de »identidad de género», definido como la conciencia individual que de sí mismas tienen las personas como hombre o como mujer, fue el doctor John Money, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en 1950.[8].
Según Money, la identidad del género de la persona dependía de la educación que había recibido desde su infancia, que podía resultar diversa de su sexo biológico, aunque en la inmensa mayoría de los casos coincida. Money sostenía que se podía cambiar el sexo de la persona con la educación; y que a los niños nacidos con órganos genitales ambiguos se les podía asignar un sexo diverso del genético mediante una modificación quirúrgica, que en su opinión debería realizarse antes de los 18 meses, pues de otra forma el sexo biológico podría predeterminar cierto rol de género impuesto por la sociedad.[9]
Así nació también el concepto de género como «rol» o conjunto de funciones que la sociedad asigna a cada uno de los géneros. En 1968 el psiquiatra Robert Stoller en su obra Sex and gender popularizó las ideas de Money: «el vocablo género no tiene un significado biológico, sino psicológico y cultural. Los términos que mejor corresponden al sexo son macho y hembra, mientras que lo que mejor califican al género son masculino y femenino, y éstos pueden llegar a ser independientes del sexo biológico».[10]
Dale O’Leary cuestiona la supuesta base científica de la ideología de género por el engaño del doctor Money, que en 1972 presentó una prueba que parecía hacer irrefutable el hecho de que la identidad de género dependía de la educación recibida.[11] Se trataba de un gemelo monocigótico cuyo pene había sido destruido durante una operación de circuncisión. Los padres de estos gemelos acudieron al doctor Money, quien les aconsejó que hicieran castrar al bebé que había sufrido la lesión y que le educaran como si fuera una mujer. Money contó que el cambio de sexo había sido un éxito, y explicó que el niño se había adaptado perfectamente a su identidad femenina, en comparación con el otro hermano que se adaptó a su identidad masculina. Pero en 1997 el doctor Milton Oiamond, experto en el efecto prenatal de la testosterona sobre la organización cerebral, reveló que el doctor Money había mentido respecto de su experimento. El nunca creyó en la tesis de Money, según la cual la socialización podía prevalecer sobre la identidad biológica. Por eso, buscó y localizó al gemelo y descubrió que el experimento había sido un fracaso completo. El niño no había aceptado nunca ser una niña, y nunca se adaptó al papel femenino. A Brenda, que era el nombre de niña del gemelo Bruce, no le gustaron las faldas, y se veía rechazado en la escuela por las demás niñas. Pronto manifestó tendencias lesbianas, pues le gustaban sus compañeras, a pesar de las hormonas que le obligaron a tomar. A la edad de 14 años mostró tendencias suicidas. Uno de los médicos que lo trató le prestó ayuda psicológica e impulsó a sus padres a revelarle la verdad. Cuando Brenda supo que era un chico, decidió llevar una vida de hombre, y se sometió a intervenciones de cirugía reconstructiva sumamente complicadas. Terminó casándose con una mujer. Las teorías de Money quedaron posteriormente desacreditadas por las investigaciones sucesivas sobre el desarrollo cerebral. Las investigaciones sobre la exposición prenatal a las hormonas han demostrado que, ya antes del nacimiento, los cerebros masculino y femenino son notablemente diversos.[12]
Difusión de la idea de género por Kate Millet, y su teoría del “patriarcado”
Fue la americana Kate Millet la que, en su obra Política sexual, divulgó en forma de ideología las conclusiones supuestamente científicas de Stoller.[13] «Lo que llamamos conducta sexual —escribe Millet—es el fruto de un aprendizaje que comienza con la temprana socialización del individuo y queda reforzada por las experiencias del adulto».
Según Millet, el género es en principio arbitrario; son el patriarcado y las normas impuestas por el sistema patriarcal las que establecen el papel de los sexos, pues según ella, «al nacer no hay ninguna diferenciación entre los sexos. La personalidad psicosexual se forma, por consiguiente, en la fase postnatal y es fruto del aprendizaje»[14]
Kate Millet subraya la necesidad de luchar contra la idea tradicional del “patriarcado”, porque ésta constituye el sistema de dominación básico sobre el que se asientan todos los demás sistemas. Millet entiende por “patriarcado” una “política sexual”, que define como «El conjunto de estratagemas destinadas a mantener un sistema o el conjunto de relaciones y compromisos estructurados de acuerdo con el poder, en virtud de los cuales, un grupo de personas queda bajo el control de otro»[15]; es decir, las mujeres bajo el control y el dominio de los hombres. Para Millet, la relación entre los sexos es política, porque, según ella, es una relación de poder.
Las mujeres, para reconquistar el poder, deben apropiarse de su sexo, es decir, tienen que lograr que no dependa ya más de la acción del varón. La difusión del divorcio, de los anticonceptivos, la normalización de las prácticas homosexuales y del aborto… constituye hitos fundamentales en este proceso «liberador» de la opresión femenina. De este modo, Millet enfrenta a las mujeres contra los hombres, como Marx enfrentó los proletarios contra sus amos.
Shulamith Firestone: La supresión de la familia y del tabú del incesto
En su libro The Dialectics of Sex, escrito en 1970, Shulamith Firestone modificó el análisis de la lucha de clases realizado por Engels, indicando que era necesaria una revolución de las clases sexuales: «Para garantizar la eliminación de las clases sexuales, es necesario que la clase oprimida (las mujeres) se rebele y tome el control de la función reproductiva: … por esto el objetivo final de la revolución feminista debe ser distinto del objetivo del primer movimiento feminista: no exclusivamente la eliminación del privilegio masculino, sino de la misma distinción entre los sexos; las diferencias genitales entre seres humanos no tendrán ya ninguna importancia» [16]
Firestone consideraba que lo que hace a la mujer un sexo oprimido es la maternidad, definida como «la servidumbre reproductiva determinada por la biología». La obra de Firestone constituye todo un programa revolucionario, cuyo principal objetivo es suprimir la familia. La revolución de las mujeres para controlar los medios de reproducción es paralela a la revolución del proletariado para controlar los medios de producción. Y la forma de controlar los medios de reproducción es mediante la abolición de la familia biológica. Para Firestone, siguiendo a Marcuse, la familia es la causa de la existencia del tabú del incesto, el auténtico origen de la represión sexual percibida por el niño desde la infancia. La represión sexual precoz es considerado como el mecanismo básico en la construcción de las estructuras de poder, que sostienen la servidumbre política, ideológica y económica que sufren las mujeres.
Educación y perspectiva de género
Uno de los frentes donde se centran los intereses para implantar esta nueva filosofía es el ámbito de la educación escolar.[17] Tal como se lee en el discurso de la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, en una conferencia preparatoria de la Conferencia de Pekín, organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995: «La perspectiva del «género» debe integrarse en los programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y concienciar en este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no sobre la base de tradiciones predeterminadas sobre el género».[18] Incluso, ya hay escuelas que procuran en la medida de lo posible referirse a los niños con el género neutro con el fin de no coartar su decisión a la hora de elegir su sexo.[19]
En este proceso de liberación, calificado como «justicia sexual», tendente a neutralizar la distinción natural y social entre los sexos, juega un papel importante la coeducación: toda educación habrá de ser mixta, si no se quiere caer otra vez en una imposición de la feminidad o de la masculinidad como estereotipos sociales.
Por otra parte, esta filosofía propone una educación sexual concebida como pura técnica de explotación de las posibilidades que ofrece el cuerpo humano, sin ninguna referencia a un fin ulterior que el placer fisiológico. Se pretende desmitificar la sexualidad, suprimir el pudor mediante una “familiarización” (sic) con el propio cuerpo y con el cuerpo del otro sexo. Y así no es de extrañar que en algunas comunidades se haya propuesto que los vestuarios de los colegios sean comunes para niños y niñas, o que se reparta a los menores en las escuelas todo tipo de productos sexuales.[20]
A este respecto, las tesis de Alicia Miyares son muy claras:
«La educación sexual tendría como objetivo que chicas y chicos vivan más a gusto con sus cuerpos, sin intentar responder a símbolos sexuales más propios de la fantasía que de la realidad […] para evitar tanto desencuentro y falta de reconocimiento entre chicos y chicas se debería impartir una asignatura centrada en la educación sexual; ahora bien, los intentos de establecer una educación sexual son normalmente reprobados por ‘gobiernos conservadores’ y por la Iglesia Católica […]. La realidad es que ninguna creencia religiosa debe interferir los fines morales y sexuales educativos del Estado […]. En definitiva, la propuesta de una educación sexual por ejemplo en nuestro país, debería ocupar el espacio horario que hoy ocupa espuriamente la enseñanza de la religión. Una disposición tal no vulneraría el derecho a la libertad religiosa ya que nada impediría que la instrucción religiosa siga su curso en las familias religiosas, en las iglesias o en las catequesis».[21]
Esta obsesión por la sexualidad de los niños es una constante de esta ideología desde su origen. La misma Shulamith Firestone exigía la liberación sexual de los niños previa a la de los adultos; y que Kate Millet postulaba las relaciones sexuales abiertas entre adultos y niños, o de Wilhem Reich y Alfred Kinsey o Margaret Mead que teorizaban la necesaria emancipación sexual de la infancia. [22]
La filosofía política de Pettit
Esta ideología de género presenta todas las relaciones sociales como conflictos sociales, y la vida en familia, casi como una batalla campal. La vida social, especialmente la convivencia familiar ya no se contempla como un ámbito de realización personal y como escuela de socialización. Sólo el Estado es capaz de imponer la igualdad mediante el Derecho, mediante «políticas de igualdad» de los grupos tradicionalmente oprimidos. Es aquí donde se presenta, como guante a la mano, la filosofía de Pettit.
La teoría del «republicanismo cívico» de Pettit defiende que la libertad es fruto del Derecho, que tiende a deshacer las inercias de dominación en el seno de la sociedad. La libertad consiste en la no dominación, y exige, por tanto, que nadie sea capaz de interferir arbitrariamente en las decisiones de la persona libre. Sólo el Estado puede inmiscuirse legítimamente en las decisiones de las personas pero siempre que lo haga con la intención de lograr una igualdad efectiva entre los ciudadanos. Pero, según Pettit, la interferencia del Derecho, aun siendo coercitiva, no es arbitraria, porque sólo se debe producir cuando defienda los «intereses comunes de los ciudadanos y de manera que se recurra a las opiniones recibidas de la ciudadanía».[23]
Pettit habla de «colectivos invisibilizados», grupos marginados tradicionalmente, que han de ser rehabilitados mediante políticas de reconocimiento. Entre estos colectivos destacan las mujeres. Se trata de una discriminación trasversal que se da en todos los niveles, desde el plano familiar, pasando por el nivel empresarial hasta la dimensión política, donde las mujeres han estado tradicionalmente marginadas. Y así, entre otras cosas, se desarrolla la idea de los «cupos» en casi todos los órganos directivos de la sociedad.
Para acabar con esta situación, el Derecho es una condición necesaria, pero no suficiente: es preciso cambiar los sentimientos, las actitudes, las emociones… Hay que fomentar en los ciudadanos actitudes de respeto y reconocimiento hacia los colectivos tradicionalmente marginados (las mujeres, los indígenas, los niños…).
Resumen
- La filosofía del género es aquella ideología, surgida en los años setenta en Norteamérica, que propugna que la sexualidad biológica no es constitutiva de la identidad personal, sino que cada cual define su identidad sexual como quiera. la diferencia sexual ha sido fruto de una imposición cultural machista, que ha llevado a identificar a las personas con determinados roles en función de su constitución física
- En el fondo de la ideología de género, además de la filosofía existencialista hay una exagerada proyección del pensamiento de Rousseau.
- La teoría del «feminismo de género» se basa también en una interpretación neo-marxista de la historia
- El que primero utilizó el término ‘género’ para referirse al concepto de »identidad de género», definido como la conciencia individual que de sí mismas tienen las personas como hombre o como mujer, fue el doctor John Money, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en 1950.
- Fue la americana Kate Millet la que, en su obra Política sexual, divulgó en forma de ideología la perspectiva de género. «Lo que llamamos conducta sexual —escribe Millet—es el fruto de un aprendizaje que comienza con la temprana socialización del individuo y queda reforzada por las experiencias del adulto».
- La obra de Firestone constituye todo un programa revolucionario, cuyo principal objetivo es suprimir la familia. La revolución de las mujeres para controlar los medios de reproducción es paralela a la revolución del proletariado para controlar los medios de producción.
- Se pretende inculcar la ideología de género en todos los tramos de la educación escolar
- La teoría del «republicanismo cívico» de Pettit defiende que la libertad es fruto del Derecho, que tiende a deshacer las inercias de dominación en el seno de la sociedad. La libertad consiste en la no dominación, y exige, por tanto, que nadie sea capaz de interferir arbitrariamente en las decisiones de la persona libre. Sólo el Estado puede inmiscuirse legítimamente en las decisiones de las personas pero siempre que lo haga con la intención de lograr una igualdad efectiva entre los ciudadanos.
Lecturas complementarias:
- Academia Internacional de Humanismo, El manifiesto humanista. Un llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario, 1973-2000, http://www.filosofia.org/cod/c1999hum.htm
- UN-Earth Charter Commission, La carta de la tierra. 2000. Todo en http://www.earthcharterinaction.org
- UNESCO: International Guidelines on Sexuality Education”, Junio 2009, disponible en Internet.
[1] En realidad, el libro El segundo sexo, escrito por Simone de Beauvoir en el año 1949, constituye el punto de arranque ideológico de la perspectiva de género. Con la expresión «segundo sexo», Simone de Beauvoir denunciaba el estado de subordinación y de inferioridad en el que se encuentra el sexo femenino respecto al sexo masculino. Simone de Beauvioir llegó a la conclusión de que el hombre, como sujeto de la historia, ha marginado siempre, y en todas las civilizaciones, a la mujer; limitándola a las tareas de la reproducción y el trabajo doméstico, lo que llama «la trampa de la maternidad que subordina a la mujer, constituyéndola en un segundo sexo subordinado al varón para complacer su egoísmo». De esta forma, “la historia debe interpretarse siempre en clave de opresión y explotación: la mujer es un Otro porque ante el hombre carece de reciprocidad”. Simone de Beauvoir, influida por el existencialismo y la praxis marxista que compartió con Sartre, afirma al inicio del Segundo sexo, que la mujer no nace, se hace. Una no nace siendo mujer, sino que se hace mujer… O mejor dicho, “la hacen mujer”. La autora no hace sino proyectar las tesis de su amante, Sarte, sobre la configuración de la identidad femenina, y reivindica una actitud de radical libertad, que no debe estar condicionada ni siquiera por su naturaleza. Mejor dicho, su naturaleza es su libertad. Es la tesis existencialista, que veremos un poco más adelante.
[2] “Gender is the repeated stylization of the body, a set of repeated acts within a highly rigid regulatory frame that congeal over time to produce the appearance of substance, of a natural sort of being.” Y más adelante añade: “If the inner truth of gender is a fabrication and if a true gender is a fantasy instituted and inscribed on the surface of bodies, then it seems that genders can be neither true nor false, but are only produced as the truth effects of a discourse of primary and stable identity.” Butler, Judith: Gender trouble: feminism and the subversion of identity, Routledge , New York, 1990, p. 41, 172 Este libro es utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene siendo ampliamente promovida.
[3] REICH, Wilhem: La revolución sexual. Para una estructura de carácter autónoma del hombre, Ruedo Ibérico, París, 1970 (Planeta-De Agostini, Barcelona, 1985); La versión original se publicó por primera vez en inglés, bajo el título Sexual revolution, en 1962
[4] “Por tanto, ‑escribe Engels en el capítulo II titulado la familia‑ la monogamia no aparece de ninguna manera en la historia como una reconciliación entre el hombre y la mujer, y menos aún como la forma más elevada de matrimonio. Por el contrario, entra en escena bajo la forma del esclavizamiento de un sexo por el otro, como la proclamación de un conflicto entre los sexos, desconocido hasta entonces en la prehistoria. En un viejo manuscrito inédito, redactado en 1846 por Marx y por mí [La ideología alemana»], encuentro esta frase: «La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos». Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino”. ENGELS, Friedrich: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, escrito en 1884, cito de Marxists Internet Archive, 2000. completamente disponible en http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/index.htm. La versión castellana también está disponible en la editorial Fundamentos, Madrid 1981
[5] Cf. MIYARES, Alicia: Democracia feminista, Cátedra, Universidad de Valencia, Instituto de la Mujer, Madrid 2003
[6] «»[i]s it any wonder that there is so much abuse in modern society when the predominant image or theology of the culture is of «divine child abuse» – God the Father demanding and carrying out the suffering and death of his own son», p. 26 Brown, Joanne Carlson & PARKER, Rebeca: “For God So Loved the World?”, en Christianity, Patriarchy, and Abuse: A Feminist Critique, Pilgrim Press, 1989, p.26 (la publicaciones es coordinada por Joanne Carlson Brown and Carole R. Bohn).
[7] ENGELS, Friedrich: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, op. cit., cap. II.
[8] Esta idea nos la encontramos ya en su tesis doctoral de Harvard (Thesis Ph.D.: Hermaphroditism: An Inquiry into the Nature of a Human Paradox, publicada en 1957
[9] Cf. Money, John y Ehrhardt, Anke: Man & Woman, Boy & Girl, Johns Hopkins University Press: Baltimore MD, 1972 (ed. española: Desarrollo de la sexualidad humana, Morata, Madrid 1982).
[10] Stoller, Robert: Sex and Gender: On the Development of Masculinity and Femininity, Science House, New York City, 1968
[11] O’LEARY, Dale: “The Problem of Gender Feminism”, op.cit.
[12] Los datos procecen de Diamond, & H. K. Sigmundson, “Sex Reassignment at Birth: A Long Term Review and Clinical Implications”, en Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine (151, marzo, 1997), 298-304, tomo las referencias de O’DalE: “The Problem of Gender Feminism”, op. cit. n.16 En un reportaje publicado en el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitungen en el año 2006 se informó que Bruce se había suicidado en el año 2004. Hay numerosos en Internet que cuentan esta historia.
[13] Millet, Kate: Sexual Politics, Avon Books, New York, 1971 (Hay versión castellana: Política sexual, Cátedra, Madrid, 1995)
[14]“(…) there is no differentiation between the sexes at birth. Psychosexual personality is therefore postnatal and learned.” Millet, Kate: Sexual Politics, Avon Books, New York, 1971 p. 54
[15] Millet, Kate: Sexual Politics, Avon Books, New York, 1971 p. 54
[16] «To assure the elimination of sexual classes requires the revolt of the underclass (women) and seizure of control of reproduction:… so the end goal of the feminist revolution must be unlike that of the first feminist movement, not just the elimination of male privilege but of the sex distinction itself; genital differences between human beings would no longer matter«. Más adelante añade: «The heart of women’s oppression is her childbearing and child-rearing roles«. Firestone, Shulamith: The Dialectic of Sex, Bantam Books, New York, 1970, p.12 y 72 respectivamente.
[17] Por ejemplo, en el inicio del capítulo primero de la ley de la nueva “Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo”, aprobada en España en marzo de 2010, podemos leer: «Los poderes públicos, en el desarrollo de sus políticas sanitarias, educativas y sociales, garantizarán la información y la educación afectivo sexual y reproductiva en los contenidos formales del sistema educativo». Una educación que se impartirá, como reconoce la misma ley, desde la ideología de género: el Estado impartirá «la educación sanitaria integral y con perspectiva de género sobre la salud sexual y la salud reproductiva». La imposición de la mentalidad abortista y de la ideología de género ese presenta, en la misma ley, como toda una estrategia de difusión, recogida en el capítulo 11 de la ley, bajo el epígrafe “Elaboración de la Estrategia de salud sexual y reproductiva”. El objetivo de esta estrategia de manipulación, como dice la misma ley, son los jóvenes y los adolescentes: «La Estrategia se elaborará (…) con énfasis en jóvenes y adolescentes». Llama la atención el paternalismo de la ley, que reconoce que estas políticas de comunicación sexual ayudarán al crecimiento de los menores: «El sistema educativo –dice la ley en su artículo 9 contemplará la formación en salud sexual y reproductiva, como parte del desarrollo integral de la personalidad y de la formación en valores (sic), incluyendo un enfoque integral que contribuya (…) al desarrollo armónico de la sexualidad acorde con las características de las personas jóvenes». Por otra parte, la nueva ley impone la incorporación del aborto «en los programas curriculares de las carreras relacionadas con la Medicina y las ciencias de la salud», incluida la «formación en la práctica clínica de la interrupción voluntaria del embarazo (sic)». Dicho de otro modo: los alumnos de Medicina y Enfermería deberán aprender de forma práctica cómo se hace un aborto
[18] “The gender perspective should be integrated in the curricula. Stereotypes must be eliminated in schoolbooks and teachers trained to raise their awareness of this question, so as to ensure that girls and boys make informed career choices which are not based on gender biased traditions. Women also need further education and training to help them to succeed in working life”, Finnbogadottir, Vigdis y Consejo de Europa, Equality and Democracy: Utopia or Challenge? Palacio de Europa, Estrasburgo, 9-11 de febrero de 1995, p. 38
[19] Noticia del New York Times (13 nov 2013): Copio literalmente la noticia: ´At an ocher-color preschool along a lane in Stockholm’s Old Town, the teachers avoid the pronouns “him” and “her,” instead calling their toddlers simply “friends.” Masculine and feminine references are taboo, often replaced by the pronoun “hen,” an artificial and genderless word that most Swedes avoid but is popular in some gay and feminist circles. “We avoid using words like boy or girl, not because it’s bad, but because they represent stereotypes,” said Ms. Rajalin. “We just use the name — Peter, Sally — or ‘Come on, friends!”. New York Times, November 13, 2012 (ver la noticia)
[20] Por ejemplo, en un Ayuntamiento español, en octubre de 2015 se anuncia la compra de 7.000 monodosis de aceite lubricante para uso vaginal y anal, para distribuirlo entre los niños y niñas de los Institutos de Educación Secundaria. Lo que hace pocos años era sancionado por corrupción de menores ahora se promueve desde el poder público (ver noticia)
[21] MIYARES, Alicia: Democracia feminista, Ed. Cátedra – Colección Feminismos, Madrid, 2003, cit. de Jesús Trillo, Una tentación totalitaria, op.cit. p. 168
[22] No es de extrañar que se haya difundido el «día del orgullo pederasta», o como lo llaman los promotores, “Día Internacional de Amor al Niño”, que pretenden celebrarla precisamente los 24 de junio de cada año. Esta “celebración” es promovida por varias web que pretenden convencer a la sociedad de que la pasión de los pederastas de mantener relaciones sexuales y emocionales con los menores” no les convierte en depravados”. Los autores inciden en distinguir que una cosa son las relaciones sexuales entre niños y adultos en las que prima el cuidado y otra diferente es en la que se abusa de ellos y achaca que los medios de comunicación no hacen esta distinción. Quizá la organización más conocida sea la North American Man/Boy Love Association (NAMBLA). La ILGA (International Lesbian Gay Association), en uno de sus congresos mundiales, aprobó en 1990 un acuerdo que exigía reconocer legalmente a los pederastas (adultos que practican la pedofilia) como «minoría sexual». Durante sus primeros años de andadura, el NAMBLA ha ido de la mano de la ILGA. Se puede ver la información en su web: www.nambla.org
[23] Pettit, Philip: Republicanismo, una teoría sobre la libertad y el gobierno, Paidós, Barcelona 1999. Pettit es actualmente profesor de Teoría Política y Filosofía en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, y pasa por ser el más influyente ideólogo del actual presidente del Gobierno español. Recientemente ha escrito un libro en homenaje a José Luis Rodríguez Zapatero titulado Examen a Zapatero, publicado por Temas de Hoy, Madrid 2008.
Benedicto Poole
Hola. Quería dejar un comentario en este post porque, aunque me parece que hay mucha información y desde luego se aprende, también es problemático al confundirse tres conceptos claves: feminismo (como teoría política de raíces ilustradas y herramienta hermenéutica), teoría queer (como ideología de la posmodernidad nacida del feminismo pero que traiciona su legado teórico) y género (cuya definición dependerá de si se aborda desde un ángulo feminista o queer). Hablar, por lo tanto, de «perspectiva de género» sin explicar que hay dos interpretaciones mutuamente excluyentes de lo que significa, es un despropósito. Para el feminismo, el género es una categoría analítica y una herramienta de opresión que determina la vida de las personas, especialmente la sumisión de las mujeres. El feminismo lucha para abolir el género. Pero para la teoría queer, el género es un valor positivo que tiene que ver con la identidad y que se autoconstruye libremente. La teoría queer lucha por multiplicar los géneros, aunque así solo afianza la opresión. No es posible entender género simultáneamente como ambas cosas, a la feminista y a la queer. En este aspecto, me parece que el artículo no delimita esta diferencia que es crucial al hablar del concepto género y su desarrollo histórico.
La indigencia intelectual, la perversión cognitiva y la deshonestidad moral de este artículo de desinformación son realmente abrumadoras.
Me interesa demasiado aprender. No puedo ser tibia ante tantas situaciones que se están presentando. Me intetesa formar un criterio y estar del lado de la verdad.