Desde hace cinco años, en muchos laboratorios del mundo se aplica la técnica de modificación génica CRISPR/Cas9 con la esperanza de que pueda, algún día, servir para tratar enfermedades humanas. Las cosas parecen haberse acelerado estos últimos días, tras la autorización en el Reino Unido de ese tipo de experimentos en embriones humanos (Ver AQUÍ). Como siempre, hemos oído voces de júbilo y voces de alarma. Unos dicen que esa investigación encierra grandes esperanzas, otros ven amenazada la línea germinal, hasta ahora considerada intangible, y posibilidades de manipular al hombre.
En dos ocasiones los medios nos han hablado de embriones humanos editados. Informaron el pasado abril que, en Cantón, el equipo dirigido por Junjiu Huang había ensayado esa técnica para extraer el gen causante de la beta-talasemia y sustituirlo por uno normal y activo en embriones humanos triploides. Huang reconoció que el experimento había tenido más de fracaso que de triunfo, pues la técnica ensayada provocó numerosos errores y dio pocas veces en el blanco.
Añadió que la tecnología CRISPR/Cas9 necesita madurar mucho antes de que se pueda aplicar a embriones humanos con fines terapéuticos. Se impone una larga moratoria.
En estos días, el asunto ha recuperado actualidad. El organismo regulador británico ha autorizado a los investigadores del Crick Institute de Londres a aplicar la técnica a un número limitado (entre 20 y 30) de embriones humanos producidos ex profeso, que serán modificados y cultivados in vitro durante siete días, para ser entonces analizados. Algunos investigadores afirman que el experimento tendría que alargarse más allá de una semana y así ver qué pasa en momentos decisivos del desarrollo.
El proyecto no aspira a curar ninguna enfermedad, se limita a aclarar si, y cómo, evoluciona un embrión cuando se bloquea la actividad de un importante gen regulador: en este caso, el OCT4. Posteriores estudios explorarán otros genes. No hemos de olvidar, sin embargo, que conocemos ya los efectos de esos bloqueos en embriones de otras especies animales.
Los famosos 14 días
Es el momento de preguntarnos, ¿ha habido tantos progresos desde el experimento de Huang para justificar el ensayo londinense? Y, sobre todo, ¿qué ética hay detrás del nuevo experimento?
Hay, a mi parecer, un pragmatismo duro y rudo. Valga como prueba la siguiente. El pasado diciembre, en la reunión anual del influyente Progress Educational Group, el profesor Surani, del Gurdon Institute, de la Universidad de Cambridge, clamó enérgicamente por la ampliación del plazo de 14 días que la ley británica impone a la experimentación embrionaria. Adujo tres razones: a) que el alargamiento propuesto no lesiona apreciablemente el mínimo respeto con que la ley obliga a tratar al embrión en cuanto objeto de experimentación; b) que ese respeto parece superfluo, incluso hipócrita, a la vista de que, en Inglaterra, el aborto está permitido hasta la semana 24 del desarrollo, o más allá en ciertas circunstancias, y c) que el valor moral mínimo que atribuimos a los embriones se extingue cuando experimentamos con ellos para ampliar nuestros conocimientos y buscar el beneficio de individuos ya existentes.
Las razones b) y c) apenas necesitan refutación. La razón b) no es de recibo para quienes consideran que el aborto, aunque legal, es siempre un mal ético y una lamentable desgracia humana, y la razón c), además de presuponer una visión extremadamente utilitarista, hiede a egolatría cientifista.
La razón a) de Surani tiene más sustancia bioética. En primer lugar, romper el límite de los 14 días sería un terremoto que hace tambalear tanto la bioética dominante como la legislación de muchos países; pondría, además, en ridículo a muchas comisiones parlamentarias (entre otras, al Comité Warnock y a la Comisión Palacios); debilitaría el Convenio de Oviedo y la Declaración Universal de la Unesco sobre el Genoma Humano (que, recordemos, el Reino Unido no ha suscrito). Pero, y esto es bioéticamente más importante, traería descrédito a la mayor parte de la bibliografía bioética y jurídica sobre el estatuto del embrión, pues reduciría a escombros las evidencias a favor de los 14 días que los bioéticos tan trabajosamente han elaborado. Los famosos argumentos de la estría primitiva, de la formación de gemelos monocigóticos, de la génesis de las quimeras tetragaméticas, y otros más, serían un hazmerreír.
Reflexión, sin prejuicios, sobre embriones humanos modificados
La posible aplicación de la técnica CRISPR/Cas9 a la modificación génica de embriones humanos debería ser ocasión para que todos, incluidos los investigadores implicados, reflexionáramos, de nuevo y libres de prejuicios, sobre el estatuto ético del embrión humano (ver AQUÍ estatuto biológico). Quizás podría ser de alguna ayuda la lectura crítica de «El embrión ficticio», un libro que publiqué hace poco más de dos años, en el que evalúo el respaldo biológico de los argumentos con que los bioéticos apoyan los famosos 14 días. Todos, decía el gran Osler, necesitamos desempolvar el cerebro cada cierto tiempo (Gonzalo Herranz. Diario Médico 08/02/2016).
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