THE SOUL OF THE EMBRYO (El alma del embrión)  – Una investigación del estatuto del embrión en la tradición cristiana.

Autor: Dr. David Albert Jones

Editor:  Continuum Books – London – 2004, 266 págs.

Idioma: Inglés

El libro es fruto de una investigación histórica, cuidadosa y ampliamente documentada  del estatuto del embrión humano en la doctrina y la praxis cristiana, en la filosofía, en el ámbito jurídico, teológico y biológico (ver estatuto biológico AQUÍ) dividido en 15 capítulos.

Recorre los siglos de historia, empezando con los primeros cristianos que siguen el pensamiento de Moisés que condenaba el aborto, continúa  con los primeros desarrollos de la doctrina cristiana, el autor cita a Tertuliano (S.II) que dice, “…para nosotros el asesinato, está una vez por todas prohibido, por lo cual no nos está permitido destruir al niño inclusive estando en el vientre de la madre.” (Apology 9:8), pág.58, postura que mantienen enérgicamente los padres de la Iglesia y los concilios que el autor cita repetidamente. En la Edad Media, es condenada universalmente la práctica del aborto y esta enseñanza se mantiene hasta nuestros días. Analiza con detenimiento las diferentes posturas de la Reforma en esta materia. Sigue con los pensadores que han tratado el tema del alma y el derecho a la vida del no nacido, llegando a los pensadores del S.XIX, que referiremos más adelante.

El libro dedica varios capítulos a tratar el alma. Las concepciones de Aristóteles y Platón, particularmente en sus ideas  sobre el alma humana, como principio vital,  fueron integradas y perfeccionadas por la Iglesia. En San Agustín y Santo Tomás la concepción del alma, en el campo filosófico y teológico, se consolidaron y hasta hoy son referentes obligados. Sin embargo, se tendía a pensar – sin tener aún, datos suficientes sobre la constitución del embrión y su forma de desarrollarse – que el alma era incorporada a partir de la formación de los órganos principales en el seno materno. Pero el concepto básico que caracterizará el pensamiento cristiano, es que, el alma intelectual conforma una integridad con el cuerpo y es el único principio vital del ser humano (hilemorfismo). Donde hay vida hay alma y existe una unidad esencial entre cuerpo y alma. También se acuña el concepto de persona, que sin duda está íntimamente relacionado con el alma, asumiendo la definición de Boecio, “la persona es un individuo de naturaleza racional subsistente”.

Mencionamos, lo que el autor refiere del pensamiento surgido en el S. XIX, que se enfrenta al pensamiento cristiano. Locke y otros filósofos niegan la condición humana a aquellos que no tienen el ejercicio de sus facultades intelectuales, lo que daría lugar a verdaderas aberraciones.

El evolucionismo, más adelante, tomó como ejemplo de su hipótesis el proceso de transformación del embrión, que según los conocimientos científico de la época, empezaba su andadura como simples células que van “evolucionando”, alcanzando su estado de complejidad final en la conformación del hombre, con todas sus facultades intelectuales. Citamos al autor del libro, “El embrión sigue los pasos, en su propio desarrollo, del camino evolutivo de las especies”, pág. 172. Esta idea, también la siguieron teólogos de relieve como Teilhard de Chardin y más recientemente Rahner (la hominización donde la ontogénesis acompaña a la filogénesis), sin embargo estas ideas no fueron admitidas por el Magisterio de la Iglesia. Y, por fin, esta teoría quedó definitivamente superada por los avances de las ciencias naturales, verificados en las últimas décadas, particularmente por la genética, que demostraron que desde la fecundación, están todas las características del nuevo ser humano, diferente de sus progenitores y en el descubrimiento de su particular autonomía en todas las etapas de su desarrollo.

Es así, dice el autor, como los avances en la biomedicina van corrigiendo las especulaciones metafísicas a medida que estas se van desarrollando.

El último capítulo “La más pequeña de estas criaturas – el estatuto teológico del embrión” contiene, lo que el autor concluye de esta  investigación, a nuestro parecer con rigurosa lógica, y dice, “En el contexto de la biología moderna parece más natural decir que la vida humana comienza cuando el embrión humano empieza a existir, con la fertilización. Desde la perspectiva de la tradición cristiana,  la vida humana comienza con la fertilización, luego es ahí cuando el alma comienza a existir, pues en el pensamiento cristiano, vida y alma están correlacionadas. Esto es así, aunque las más elevadas facultades del alma no serán desplegadas sino mucho más tarde en la vida.” pág. 249.

Siguiendo esta línea de pensamiento se refiere a Cristo-embrión y la Encarnación, afirmando, “Jesús, a través del cual nosotros entendemos que es ser humano, comenzó su vida en el vientre de María.” pág. 249. Cita más adelante a un teólogo contemporáneo escocés que afirma,,  “Cada niño en el vientre de su madre ha sido hermanado por Jesucristo, que se hizo ser humano por nosotros, el también se hizo embrión en atención a todos los embriones y para nuestro cristiano discernimiento del ser, naturaleza y estatuto del niño no nacido a los ojos de Dios.” pág. 250.

Concluye que esta investigación esta investigación, si bien se refiere especialmente a la concepción del embrión en la historia del cristianismo, Pueda ser de interés también para aquellos que aunque no cristianos reconocen una dimensión trascendente de la vida.

Recomendamos este libro, publicado en el 2004, quizás el único que ha investigado sobre el alma del embrión desde una perspectiva histórica  y que en sus conclusiones coincide en muchos puntos con los últimos documentos del Magisterio. Su perspectiva histórica, deja clara la coherencia y continuidad de las enseñanzas de la Iglesia.