Creemos de interés comentar el artículo “Consideraciones morales sobre la sedación al final de la vida”, de Douglas C, publicado en el Journal of Medical Ethics (40; 241, 2014), que se refiere al debate entre los que se oponen al suicidio asistido y los partidarios de éste, al argumentar que la sedación al final de la vida es equiparable a la eutanasia, pues a su juicio la pérdida de conciencia voluntaria, en el final del proceso de muerte, es igual a interrumpir voluntariamente la vida del paciente.
Douglas sostiene que en un principio la sedación aplicada al final de la vida, bajo un criterio de proporcionalidad, brindando al paciente las dosis de fármacos adecuadas para paliar el dolor, procurando conservar el conocimiento todo el tiempo que sea posible, no trae consigo un aceleramiento significativo del final de la vida. Y continúa comentando los casos en que la sedación puede ser un procedimiento eutanásico, más o menos velado, señalando que “más allá de la “sedación proporcional”, existen otras dos modalidades: a) la sedación usada con el objetivo de que el paciente acceda a un estado constante y permanente de inconsciencia hasta el momento de su muerte. Práctica, que en el caso de aplicarse en fases tempranas de la enfermedad, adelantaría claramente la muerte del paciente y b) los casos en que se busca provocar la muerte del paciente por medio de dosis desproporcionadas de sedantes. Aunque según él estos casos son infrecuentes, pues “la sedación con el objetivo de producir un estado constante y permanente de inconsciencia es una práctica limitada a los estadios finales de la enfermedad en los que los protocolos de sedación son seguidos rigurosamente”.
Douglas termina indicando que este debate se centra en responder a esta pregunta, “¿Extinguir la conciencia del paciente hasta la muerte biológica es muy diferente a extinguir la vida inmediatamente?”
En relación con ello, y como posible respuesta a su pregunta, referimos lo que afirma la Declaración, Ética de la Sedación en la Agonía, de la Comisión Central de Deontología y Derecho Médico del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, del día 21 de febrero de 2009:
- La frontera entre lo que es una sedación en la agonía y la eutanasia activa se encuentra en los fines primarios de una y otra. En la sedación se busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra, ni física, ni emocionalmente, aunque de forma indirecta pudiera acortar la vida. En la eutanasia se busca deliberadamente la muerte inmediata. La diferencia es clara si se observa desde la Ética y la Deontología Médica.
- La sedación en la agonía (inconsciencia permanente hasta la muerte biológica) se ha de considerar hoy como un tratamiento adecuado para aquellos enfermos que, en los pocos días u horas que preceden a su muerte, son presa de sufrimientos intolerables y que no han respondido a los tratamientos adecuados.
- La necesidad de disminuir la conciencia de un enfermo en las horas anteriores a su muerte ha sido y es objeto de controversia, en sus aspectos clínicos, éticos, legales y religiosos. Además, quienes no conocen las indicaciones y la técnica de la sedación o carecen de experiencia en medicina paliativa, pueden confundirla con una forma encubierta de eutanasia.
Sin duda, nos adherimos a los términos de esta Declaración y pensamos que la sedación terminal que no tenga por objetivo provocar la muerte del paciente por parte del médico y que a su vez sea una libre opción del enfermo en su agonía, porque prefiera estar inconsciente para no tener que enfrentarse con el dolor y la angustia de las últimas fases del proceso de muerte, puede ser un derecho fundamentado de la autonomía del paciente sin más implicaciones éticas.
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