«Es indudable, que estas experiencias son de interés clínico, pero no hay que olvidar que para obtener las células madre embrionarias hay que destruir embriones humanos,  lo que sin dudad es una grave dificultad ética.»

El pasado 7 de febrero se publicó un artículo en The Lancet (385; 509, 2015) en el que se comunicaban los resultados del tratamiento de 18 pacientes con degeneración macular asociada a la edad, una enfermedad que conduce a la ceguera. Los pacientes fueron seguidos durante 22 meses. Se pudo comprobar que la agudeza visual mejoró en diez ojos y en uno disminuyó. Los ojos no tratados no mostraron ninguna modificación en su agudeza visual.

Estos estudios indican que el uso de este tipo de células, para esta patología concreta, puede ser una estrategia viable, probablemente porque el pequeño tamaño de la lesión, menor de 6 mm, hace que no se requieran grandes cantidades de células. Sin embargo, esta terapéutica no se mostró eficaz en otra enfermedad retiniana, la distrofia macular de Stargard.

Es indudable, que estas experiencias son de interés clínico, pero no hay que olvidar que para obtener las células madre embrionarias hay que destruir embriones humanos,  lo que sin dudad es una grave dificultad ética.

Por ello, en una nota de la propia revista Lancet (385; de 7 de febrero de 2015, pág. 487), en la que se comenta este tema, se hace referencia a otras experiencias, éstas llevadas a cabo con células iPs (células adultas reprogramadas), por un equipo japonés (Nature 513; 287-288, 2014), para tratar la degeneración macular asociada a la edad, con la ventaja, desde nuestro punto de vista, de que el uso de éstas no presenta inconveniente ético alguno.