Hace unas semanas se montó cierto revuelo cuando Apple y Facebook anunciaron que ofrecían a sus empleadas retrasar la maternidad congelando sus óvulos, a cambio de un incentivo económico, a fin de no interrumpir sus carreras ni la marcha de la empresa, se entiende, por los permisos de maternidad. La oferta ha recibido bastantes críticas socio-económicas. Ver Informe de nuestro Observatorio sobre este delicado tema.

No se ha comentado mucho, sin embargo, que los científicos desaconsejan este procedimiento para retrasar la maternidad, según explican en The New Republic Josephine Johnston y Miriam Zoll, del Centro de Bioética Hastings, de Nueva York. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos no respalda la congelación de óvulos como «medio de eludir el envejecimiento reproductivo en mujeres sanas». Parecido consejo da la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva (ASRM), que aglutina a unas 500 clínicas de fertilidad de Estados Unidos. Tras la revisión de 981 estudios, de las cuales sólo 112 evaluaban la seguridad y eficacia, el comité consultivo de la ASRM dictaminó: «Aunque la congelación de óvulos es una técnica válida para mujeres jóvenes en las que esté indicada por motivos médicos, no podemos avalar su uso simplemente para retrasar la maternidad». Antes de esas recomendaciones, un estudio de 2010, en Fertility and Sterility,  efectuado por la Universidad de Southern California, informaba de que, de 442 clínicas de fecundación encuestadas, 283 ya estaban proporcionando costosas congelaciones «experimentales»: un tercio se ofrecían a mujeres con cáncer, mientras que el resto se dirigían a «mujeres de edad materna avanzada».

Si bien el esperma y los embriones congelados se han utilizado en la medicina reproductiva desde la década de 1960, la congelación de óvulos sólo se emplea desde 1986 y es más complicada técnicamente, pues su gran cantidad de agua puede hacer que los cristales de hielo rompan la delicada estructura del óvulo y alteren los cromosomas. La reciente congelación rápida o vitrificación, de la que aún se desconoce su toxicidad para el embrión, parece que mejora el proceso a un punto en el que del 90 al 97 por ciento de los óvulos sobreviven. Muchos menos, sin embargo, conducen al nacimiento de un bebé tras los ciclos de fecundación in vitro (FIV).

La Sociedad de Técnicas de Reproducción Asistida de Estados Unidos informa de que sólo del 2 al 12 por ciento de los óvulos descongelados fructifican en mujeres de 38 o más años de edad, y el estudio más completo hasta la fecha sugiere tasas de fracaso de hasta el 76 por ciento en mujeres de más 30 años que intentan más de un ciclo. Hay que añadir, junto al elevado coste de la técnica, los riesgos de la hiperestimulación y extracción de óvulos, como posible infertilidad o hasta menopausia precoz y síndrome de hiperestimulación ovárica, que afectaría al 14 por ciento de las mujeres, según un estudio británico de 2009 en Human Reproduction (José Ramón Zárate. Diario Médico 24/30-XI-2014)