La investigación con células embrionarias y su licitud moral
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A principios de este mes de mayo un colega nuestro, doctor en Biología Molecular, que está realizando una estancia post doctoral en Estados Unidos, nos comentaba que “recientemente he descubierto que las células con las que trabajo provienen de embriones humanos, “son las famosas HEK293”. Nos sigue comentando nuestro colega que de momento ha objetado a trabajar con ellas y no las está utilizando, por lo que se plantea si moralmente puede usarlas, dado que para el desarrollo de su carrera investigadora le parece una dificultad importante si decide no hacerlo. A este respecto nos pregunta cuál es la postura del Magisterio de la Iglesia sobre este tema.
La verdad que es éste un problema médico complejo, sin embargo, en el otoño de 2006 se publicó en el National Catholic Quarterly (6.3: 473-495, 2006), un amplio trabajo elaborado por Alvin Wong, en el que se hace referencia a los aspectos éticos relacionados con el uso de las líneas de células embrionarias HEK293.
Según Wong, la pregunta que necesita ser respondida es saber cómo se obtuvieron las células embrionarias originales, si de un aborto inducido, de un aborto natural o de un embrión generado por técnicas de reproducción asistida, pues a su juico ello incide objetivamente en la valoración moral del uso de dichas células.
Consultados los responsables de la producción de estas líneas celulares, comenta Wong, que desconocen quién fue el responsable último de su producción y quiénes son sus actuales depositarios y a ellos se les debería consultar. Preguntando al depositario actual de estas líneas celulares, FL Graham, de la Mc Master University de Ontario, Canadá, éste contesta que él tampoco puede determinar cuál es el origen de la línea celular HEK293, pero que si puede excluirse que sean procedentes de embriones sobrantes de fertilidad in vitro, ya que estas células se produjeron en 1973, cinco años antes de nacer la primera niña producida por técnicas de procreación asistida.
Tras una interesante discusión concluye el autor que, “lo más probable parece ser que el tejido utilizado para la producción de estas líneas celulares provenga de un aborto inducido”. Consecuentemente Wong manifiesta que en este momento no se puede tener la certeza moral acerca de la fuente de la que se han obtenido las células HEK293, ni existe información contrastable sobre la licitud moral de la fuente utilizada para su producción, afirmando además que la obligación moral sería que aquellos que tienen depositadas y distribuyen las líneas celulares HK293, que deberían confirmar que las células se han obtenido por un método moralmente licito.
Pero con independencia de ello, Wong estima, que muy probablemente se puede asumir que las líneas celulares HEK 293 fueron obtenidas a partir de un embrión abortado.
Desde un punto de vista ético, y tras una amplia evaluación de todas las circunstancias relacionadas con el uso de estas líneas celulares, Wong concluye que si él ha realizado su investigación correctamente sobre el origen de la línea celular HEK293, la moralidad de su uso para un investigador que las quiera utilizar es muy cuestionable. Hay en mi opinión, afirma Wong, una razonable duda moral por parte de cualquier investigador que desee utilizarlas para dejar de hacerlo, especialmente para los investigadores católicos o aquellos que trabajan en instituciones católicas. Aun en el caso de que sea extremadamente difícil detener o modificar los experimentos en progreso, el cese inmediato del uso de estas líneas celulares es la posición ética más correcta que se puede tomar.
Ciertamente es éste, como al principio comentábamos, un problema ético de no fácil solución para para los investigadores católicos, pero a nuestro juicio, coincidente con el de Alvin Wong, nos parece que es más seguro deambular por los caminos que el Magisterio de la Iglesia señala como lícitos, que hacerlo por la inestable línea fronteriza en la que el juicio ético no puede establecerse de una forma completamente segura.
Justo Aznar
Director del Instituto de Ciencias de la Vida de la UCV
Miembro de la Pontificia Academia para la Vida
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