“La primera exigencia del orden antropológico y ético es reconocer al minusválido, sea cual sea su minusvalía, su plena dignidad de persona humana, pues la dignidad deriva del hecho de ser hombre». Card. Sgreccia

MESA REDONDA PARA LA PRESENTACIÓN DEL MANUAL DE BIOÉTICA (II TOMO) QUE HACE REFERENCIA A ASPECTOS MÉDICO SOCIALES DEL QUE ES AUTOR SU EMINENCIA EL CARDENAL ELIO SGRECCIA

El día 28 de mayo a las 19.30 horas se presentó en el CEU Fundación San Pablo de Madrid el II tomo del Manual de Bioética del Cardenal Sgreccia. Al acto asistió el señor Cardenal, expresamente venido a Madrid para este acto y en el mismo intervinieron el sacerdote don Carlos Granados, director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), doña Mónica López Barahona, Directora de la Cátedra Jérôme Lejeune de Bioética, don Justo Aznar Lucea, Director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia y doña Elena Postigo, que moderó la Mesa. Tanto doña Mónica López Barahona, como Elena Postigo, la primera hizo una referencia general a la obra de Sgreccia, y la segunda un pequeño resumen biográfico del Cardenal. El doctor Aznar realizó una síntesis del contenido de la obra, ordenándola de acuerdo con los diferentes capítulos, síntesis que transcribimos.

Capítulo 1º Bioética, sociedad, sanidad y calidad de vida En él se reflexiona sobre la responsabilidad social del médico, que a juicio de Monseñor Sgreccia, va más allá del cuidado del enfermo individualmente considerado, debiendo ampliar su responsabilidad personal hacia la creación de una sociedad en la que la calidad de la asistencia médica sea lo más digna posible y también sostenible económicamente, dentro de una visión personalista del quehacer sanitario, que debe ejercerse fundamentalmente desde el punto de vista de la atención al paciente. En relación con ello, cabe destacar la afirmación de Sgreccia de que: “Cada intervención sanitaria si quiere ser eficaz debería aspirar no solo a ocuparse del individuo sino también de la propia sociedad”. Y también:“Bajo la exigencia de recortar gastos a toda costa se corre el peligro de introducir el criterio utilitarista en la gestión del gasto”. Y finalmente:“En las estrategias de prevención no se tiene adecuadamente en cuenta el hecho de que la prevención de la enfermedad está estrechamente unida a la «educación de los valores»”.

Capítulo 2ª Bioética y psiquiatría En este capítulo se abordan algunos principios fundamentales bioéticos que pueden condicionar la eticidad de la práctica médica psiquiátrica, como son los “conceptos de autonomía, libertad e identidad de la persona como pilares básicos para aproximarse al concepto de salud y enfermedad y para el planteamiento de un modelo terapéutico”. A nuestro juicio, y desde un punto de vista médico, destaca en el Manual de Sgreccia el capítulo relativo a Bioetica y Psiquiatría en él lleva a cabo una revisión sobre las diversas escuelas psiquiátricas y las propuestas que cada una de ellas plantea, analizándolas y encuadrándolas dentro de algunas de las principales corrientes bioéticas, haciendo especial mención al psicoanálisis como “procedimiento para investigar los procesos mentales apenas accesibles a otras vías”, haciendo especial hincapié en el papel predominante de la libido como causa principal de muchos trastornos psiquiátricos, al afirmar que gran parte de los mismos se fundamentan en “un conflicto entre el yo consciente y la libido inconsciente, reprimida o censurada”. Destaca especialmente la propuesta de Sgreccia para defender una “corriente personalista”, por la que “se pretende poner a la persona del enfermo en el centro del tratamiento terapéutico”.

Capítulo 3ª Bioética y trastornos sexuales A mi juicio, un capitulo fundamental, desde el punto de vista médico en el Manual que se presenta, es el que hace referencia a la Bioética y los trastornos de la sexualidad. Es sabido la gran incidencia que todo lo relativo a esta materia tiene en la sociedad actual. Como botón de muestra pienso que no hay nada más que recordar a la cantante o el cantante, no sé cómo definirlo, que ganó el premio del Festival de Eurovisión recientemente celebrado. En el Manual de Sgreccia se hace sobre este tema una magnífica revisión, haciendo especial referencia a las características de cada una de las alteraciones sexuales que se evalúan: alteraciones de la diferenciación sexual, transexualidad, homosexualidad, perversiones sociales y disfunciones sexuales, deteniéndose especialmente en las características clínicas de las mismas, y muy especialmente en su etiopatogenia. Indudablemente, no es posible aquí hacer una referencia explícita de cada uno de los temas tratados, pero si comentar muy brevemente lo relativo a la homosexualidad, dada la incidencia social que tiene. En relación con ello, y desde un punto de vista bioético, parece que el tema de mayor calado es determinar su etiopatogenia, pues dependiendo de que tenga o no una causa biológica, su valoración moral, incluso social, variará de forma sustancial. Es decir, la evaluación del posible determinismo genético de la homosexualidad es fundamental, pues si realmente existiera una base genética que conllevara un comportamiento inevitable hacia la homosexualidad, el tratamiento moral sería muy distinto de si se trata de una opción socialmente construida y voluntariamente aceptada. En el libro de Sgreccia, tras un amplio tratamiento del tema se concluye que “es probable que el origen de la homosexualidad sea complejo y multifactorial”. Es decir, no parece que, según el autor, “en el momento actual, existan datos objetivos que permitan afirmar el determinismo genético de la homosexualidad”, pues la Genética del Comportamiento que aborda las formas de conducta que pueden estar condicionadas por alteraciones genéticas no concluye nada definitivo con relación a la homosexualidad. Por otro lado, es posible que la homosexualidad esté también condicionada por efectos hormonales acaecidos durante el desarrollo fetal. Como afirma Natalia Lopez Moratalla, “un dato de gran importancia es que la maduración del cerebro sexual, dirigido en la vida prenatal hacia  un patrón bien femenino o bien masculino, se vea afectado por la variante genética del receptor de andrógenso que se herede en el genoma. Este gen está situado en el cromosoma X y tiene dos variantes, una más eficaz para unir la testosterona y otra menos. Los hombres por la dotación XY, solo tiene una copia: la que porta el cromosoma X, necesariamente de origen materno. Si la copia es menos eficiente para aceptar la acción de la testosterona ello podría favorecer una predisposición innata a la orientación sexual. La predisposición es consecuencia de una menor sensibilidad a la testosterona, aunque una mayor o menor sensibilidad a una hormona no determina necesariamente una tendencia sexual y menos aún una conducta homosexual”. Indudablemente, cada día se conocen mejor los mecanismos epigenéticos que contribuyen a la expresión de los genes, por lo que parece que en efecto podría existir un cierto influjo hormonal en la expresión genética que podría predisponer a la homosexualidad masculina. Es éste un tema importante, de gran calado no sólo médica, sino también social. Resumiendo se podría afirmar que, según Sgreccia, parece que en el momento actual lo más que se puede afirmar es que podría existir una predisposición genética a la homosexualidad, que posteriormente puede modificarse por experiencias vividas en la infancia o la adolescencia. Sin embargo, según el estudio GWAS del genoma, que incluyó 23.000 participantes, presentado en el Congreso de la American Society of Human Genetics en 2012, no se encuentran evidencias asociadas con la identidad sexual de hombres y mujeres, ni se repiten los resultados previos mostrando una cierta asociación con regiones del cromosoma X, por lo que se concluye que esta relación entre alteraciones genéticas y homosexualidad no parece ser significativa. En otro orden de cosas, también creemos de especial relevancia el tratamiento que de la pedofilia se hace en el libro de Sgreccia, por la incidencia que esto tiene en la sociedad actual. De acuerdo con Sgreccia “la pedofilia es una atracción sexual de tipo compulsivo por parte de un individua adulto, hombre o mujer, tanto heterosexual como homosexual, de modo exclusivo o predominante  hacia un sujeto pre púber, de una edad generalmente inferior a los 13 años”. También la etiopatogenia de la pedofilia, según refiere Sgreccia, es difícil de establecer, aunque se puede equipara a la etiopatogenia de la homosexualidad, en el sentido de que pueden existir razones genéticas u hormonales que predispongan a este tipo de conductas, pero que no la determinen. Un aspecto importante, que también se trata en el libro de Sgreccia, es la posible reinserción social de los pederastas, aunque no parece que por el momento se pueda afirmar que se llegue a conseguir en el 100% de los casos. Desde el punto de vista de la responsabilidad moral que los afectados por estas desviaciones puedan tener, Sgreccia manifiesta que “en cuanto a la valoración moral de los actos de cada persona, especialmente respecto a la transexualidad, homosexualidad y pedofilia, se tendrá que recurrir a la distinción que se hace cuando se emiten juicios morales de individuos con trastornos psíquicos o que están en una situación especial: la distinción permite valorar por una parte el acto desde el punto de vista objetivo (objeto moral  de por sí) que tiene un verdad (conformidad o no conformidad con la norma moral) y por otra parte la situación subjetiva individual, cuya responsabilidad puede ser total y en cuyo caso solo la puede conocer Dios que ve en lo más íntimo de cada uno”. También nos parece de gran interés las referencias de Sgreccia a cómo estos trastornos de la sexualidad pueden influir en la validez canónica de los matrimonios, por ellos contraídos. Capítulo 4º. Bioética y drogodependencia Como comenta Sgreccia, “el problema de la drogodependencia es una de las cuestiones más graves y complejas a las que se enfrenta actualmente el mundo occidental, sobre todo dado el hecho de que el impacto negativo sobre la vida y la salud humanas no debe ser valorado únicamente por las cifras de los que mueren por sobredosis, sino que se debe vincular a todas las muertes debidas a causas concomitantes y con el cumulo de violencia y criminalidad relacionadas con el mundo de la droga”. Desde un punto de vista ético el problema de la droga abarca: “la producción, la difusión, el consumo, la prevención y el esfuerzo para la terapia y rehabilitación”.  En relación con ello, recuerda monseñor Sgreccia que el fundamento del problema ético relacionado con el consumo de drogas “es que éste es gravemente ilícito a causa de sus consecuencias en la persona y en la sociedad, consecuencias que son contrarias a la integridad física y la vida de las personas implicadas”. Sigue el Cardenal refiriéndose a “estrategias para la prevención y lucha contra la drogodependencia y  las terapias de recuperación de los afectados”, así como revisa el actual marco legislativo europeo que trata de regular estas prácticas. También nos parece de interés, lo que hace referencia “a la deontología y los deberes éticos del médico que pasan por la obligación de administrar una terapia eficaz, siguiendo la verdad y el conocimiento, en la medida de lo posible, y que no puede evidentemente adecuarse a la simple satisfacción del drogodependiente ingresado”, en relación con ello hace referencia a un tema fundamental en esta materia como es el uso de drogas sustitutivas para tratamiento de los drogodependientes. Dentro de este capítulo de drogodependencia, monseñor Sgreccia evalúa éticamente el alcoholismo y el tabaquismo. Con respecto al primero manifiesta que “el alcoholismo representa uno de los principales problemas de salud pública en el mundo y de modo especial en los estados con un desarrollo socioeconómico más elevado, los problemas que se plantean tanto en el individuo como la colectividad imponen la búsqueda de medios más idóneos para combatir el fenómeno”. También se refiere a algunos aspectos técnicos, pero sobre todo realza una reflexión ética relacionada con las estrategias de prevención y recuperación de los adictos a las drogas. En este sentido hace referencia a la Carta Europea sobre el Alcohol en la que se distinguen diez estrategias preventivas “aplicables más allá de las diferencias jurídicas, socioculturales y económicas entre los distintos países, entre ellas campañas de difusión para la prevención del alcoholismo y también la prevención de los accidentes, violencias y acontecimientos negativos que se pueden atribuir al consumo del alcohol en lugares públicos y privados”. En relación con el tabaquismo comenta Sgreccia que “la investigación científica ha demostrado ya una serie de daños a la salud que incluso pueden ser causa de mortalidad”. Un aspecto de interés nos parece que es la referencia a los fumadores pasivos y a la necesidad de promover medidas que contribuyen a reducir el número de los mismos. Finalmente, desde un punto de vista ético afirma el Cardenal que “el tabaquismo considerado en el conjunto de sus consecuencias y suponiendo el no uso ocasional sino habitual y en dosis importantes, tiene una gravedad real, por los serios perjuicios que ocasiona a la propia salud e incluso a terceras personas, y por las implicaciones generales que la producción y el trafico tiene en el conjunto de los países desarrollados”.

Capítulo 5º. Bioética e infección por el VIH Sin duda, uno de los problemas médicos con más repercusiones sociales y éticas en la parte final del anterior siglo y en éste en el que nos movemos, es el relacionado con la infección por el VIH y el sida. En primer lugar parece conveniente determinar que una cosa es la infección por el VIH y otra es que esta infección llegue a producir una enfermedad, el sida, pues ambas circunstancias merecen un tratamiento médico y ético individualizado. En relación con “la historia natural de la enfermedad” el autor del Manual hace referencia a “las nuevas terapias contra el virus, las llamadas multiterapias antirretrovirales”, que se utilizan en los países occidentales desde 1996, que han aumentado netamente las posibilidades de supervivencia de los enfermos: una persona infectada, si se trata precozmente, puede tener una esperanza de vida de varios decenios”. Esta afirmación con los datos médicos actuales se podría ampliar diciendo que el sida ha pasado de ser una enfermedad mortal a ser una enfermedad crónica de larga evolución. No cabe duda que la infección por el VIH y el sida plantean problemas éticos importantes. Pero antes de pasar a evaluarlos me parece de interés subrayar lo que el Cardenal Sgreccia plantea al afirmar que “no es posible estigmatizar a la persona enferma o al seropositivo; porque, aunque el individuo haya contraído la enfermedad por su propia responsabilidad, es de todos modos digno de asistencia y de respeto como cualquier enfermo”. Me parece que esta afirmación es la piedra angular de la evaluación ética del sida. A continuación plantea Sgreccia distintos problemas éticos todos importantes, pero que dada la limitación de tiempo en esta presentación no podemos abordar aquí. Un aspecto importante de la reflexión ética sobre el sida es la que hace referencia a la armonización del derecho a la intimidad de los pacientes y el de la sociedad para promover y garantizar la salud. Este problema se plantea especialmente en el caso de la escolarización de niños seropositivos, pues hay que respetar el derecho que tienen los padres de los alumnos sanos a que se promuevan en los centros educativos medidas para prevenir el contagio por VIH; pero también el derecho de los padres de los niños infectados para que se respete su intimidad. Sin embargo, parece conveniente hacer referencia a las escasas posibilidades de contagio en estas circunstancias, muy inferiores a 1 por cada varios millones de contactos entre niños sanos y enfermos. Finalmente, se hace referencia a  un problema, que a juicio del cardenal Sgreccia es delicado: determinar si es o no ético promover campañas generales para detectar los portadores de VIH y así poder prevenir posibles infecciones. En este sentido, la opinión mayoritaria, en el momento actual, es que dichas campañas no están ni sanitaria, ni económica ni éticamente justificadas en la población general, pero sí deberían promoverse entre los grupos de riesgo, especialmente entre los varones homosexuales.

Capítulo 7. Bioética, discapacidad y rehabilitación Es ampliamente admitida la sensibilidad que en el momento actual se tiene sobre los problemas relacionados con los discapacitados, tanto en lo que hace referencia a las ayudas que se requieren para su adecuada inserción social, como al acompañamiento médico y humano que necesitan, la adscripción de recursos económicos para garantizar unas condiciones de vida aceptables y también para promover todas aquellas medidas arquitectónicas y físicas que faciliten la vida de estas personas en nuestra sociedad. En relación con ello el cardenal Sgreccia hace hincapié en primer lugar en el derecho de los minusválidos “a ser tratados como personas”. “La primera exigencia del orden antropológico y ético es reconocer al minusválido, sea cual sea su minusvalía, su plena dignidad de persona humana, pues la dignidad deriva del hecho de ser hombre. Las consecuencias de este principio se fundan en el principio de sociabilidad, subsidiariedad, pues si todos los hombres son iguales en dignidad y en derechos, quien por cualquier circunstancia de minusvalía no puede gozar por si solo de la expresión de su propia responsabilidad, deberá ser ayudado por la sociedad, a la vez que ésta ayuda deberá ser conforme al principio de subsidiariedad, pues se debe ofrecer más ayuda a quienes tienen menos recursos físicos y humanos”. Finalmente se refiere Monseñor en su libro a tres capítulos con importantes repercusiones éticas, como son la Bioética, Ancianidad y Envejecimiento de la población; la Bioética Economía y Salud y la Bioética y Medio Ambiente, los tres plantean importantes retos éticos, especialmente yo diría el relacionado con los problemas demográficos, que en este momento aquejan a las sociedades occidentales, por los bajos índices de  fecundidad, y el que se refiere a la Bioética y el Medio Ambiente, que debe de evaluar los problemas de sostenibilidad, dentro de un adecuado marco natural, para que la vida humana pueda desarrollarse con normalidad, incluso con bondad, en su entorno ambiental. Como conclusión, nos gustaría hacer hincapié en la amplitud de temas tratados en este Manual de Bioetica, aspecto difícilmente abarcable por un solo autor, como es en este caso, que ineludiblemente requiere una mentalidad, casi yo diría enciclopédica, para el tratamiento  de los problemas éticos relacionados con la biomedicina, algo que normalmente, se aborda por equipos de varios expertos, pero que aquí se lleva a cabo por una sola persona, algo muy difícil de conseguir, pero que Sgreccia solventa magistralmente.