Un importante y debatido problema ético es determinar si el personal sanitario infectado por el VIH puede o no seguir atendiendo a sus pacientes por el riesgo que puede existir de que estos puedan ser contagiados. Hasta ahora no existían en Inglaterra normas que regularan este problema.
En relación con ello el Departamento de Salud inglés anunció el pasado 14 de agosto que a partir del próximo mes de abril, los médicos, dentistas y otros profesionales sanitarios podían en el Reino Unido reanudar su trabajo clínico si su tratamiento con antirretrovirales había reducido la carga viral en su sangre hasta niveles indetectables y continuaban recibiendo el tratamiento, aunque los profesionales infectados tendrían que inscribirse en un Registro, y revisar su situación clínica cada cuatro meses. El problema no está tanto en si están infectados o no, sino en si ellos pueden infectar.
De todas formas, aunque no se den las circunstancias que esta nueva disposición del Departamento de Salud exige, la posibilidad de contagio es muy baja entre profesional sanitario y paciente. Cuando los niveles de virus circulante en su sangre no están determinados es de alrededor de una posibilidad de contagio por cada cinco millones de contactos. Los cuatro casos de infección por VIH entre sanitario y paciente se han producido en el extranjero y antes de 2001, además de que ninguno de los sanitarios contagiados estaba recibiendo tratamiento antirretroviral.
En este momento se estima que en Inglaterra hay alrededor de 110 sanitarios infectados por el VIH que se podrán beneficiar de esta nueva disposición legal.
Esta nueva disposición sanitaria parece que viene a solucionar un importante dilema ético entre el derecho de los pacientes a defender su salud y el de los profesionales sanitarios a no ser discriminados, pues ahora estos últimos pueden ejercer su profesión sin que exista riesgo de que puedan contagiar a sus pacientes (British Medical Journal 2013; 347: f 5146).
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