En Estados Unidos la pena de muerte se aplica con inyección letal, silla eléctrica, fusilamiento, horca y cámara de gas, pero en los 32 estados en los que se mantiene, el método más común es la inyección letal: de las ejecuciones llevadas a cabo desde 1976, ha habido 3 ahorcados, 3 fusilados, 11 gaseados, 158 electrocutados y 1.177 inyectados.
El procedimiento inyectable consiste en un pinchazo de tiopental para sedar al condenado, otro de bromuro de pancuromio para la relajación muscular y un tercero de cloruro potásico para detener el corazón. Paradójicamente, la solución final farmacológica está obstaculizando y aplazando las sentencias de los 3.100 condenados que aguardan en los pasillos de la muerte más que la oposición ciudadana a la pena capital.
Según recogía Nature (Nature 502; 417-418,2013) hace dos semanas, Allen Nicklasson, programado para ser ejecutado por inyección letal en Missouri el 23 de octubre, ha visto aplazada su muerte no por revisión de su caso, sino porque uno de los fármacos que deberían sedarlo -el anestésico propofol- está en el centro de una controversia internacional. Fabricado por la compañía alemana Fresenius, las normas europeas prohíben exportar fármacos y dispositivos destinados a torturas o penas de muerte. Si se aplicara en este caso, el propofol, usado hasta 50 millones de veces al año en procedimientos anestésico-quirúrgicos en Estados Unidos, podría desaparecer de los hospitales americanos.
No es la primera vez que la postura contraria a la pena capital de la Unión Europea afecta al suministro de anestésicos en Estados Unidos. Desde 2011, el popular sedante tiopental sódico ha estado disponible en ese país. Pero su fabricante, la compañía americana Hospira, ha abandonado los planes para producirlo en su planta en Italia después de que los reguladores italianos le recordaran que el tiopental no se debería utilizar en ejecuciones. El fármaco, difícil y costoso de fabricar, ha sufrido carencias de suministro en Estados Unidos.
Como alternativa, se empezó a usar en 2009 el pentobarbital, otro sedante. Pero en 2011, la compañía danesa Lundbeck, único proveedor de pentobarbital en Estados Unidos, prohibió asimismo su uso en las ejecuciones siguiendo las directrices europeas. El 15 de octubre, después de quedarse sin pentobarbital, el Estados de Florida ejecutó a William Happ con midazolam como sedante. Pero midazolam, similar al diazepam (Valium), nunca se había utilizado en una ejecución y, según algunos informes, Happ todavía parpadeaba y movía la cabeza minutos después de la inyección. «Hemos convertido esto en un circo de experimentación sobre los presos», ironizaba en Nature (Nature 502; 417-418,2013) David Lubarsky, jefe de Anestesiología de la Universidad de Miami (José Ramón Zarate. Diario Médico 4/10-XI-2013).
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