Dentro del amplio campo de la clonación humana se ha abierto una nueva y controvertida posibilidad lo de producir niños con tres progenitores genéticos. Esto se ha hecho realidad al utilizar la técnica del reemplazamiento mitocondrial, que esencialmente consiste en enuclear un ovocito, dejando como ADN genético el de sus mitocondrias, transferirle el núcleo de otro ovocito y posteriormente fecundar este ovocito híbrido con esperma de un donante. Así se producirá un niño con dos madres genéticas y un padre.
Esta técnica se ha desarrollado especialmente para tratar de evitar enfermedades ligadas a las mitocondrias. Aunque estos pequeños corpúsculos contienen únicamente un 1% a 2% del ADN celular, sin embargo pueden ocasionar graves enfermedades cuando su ADN se altera, pues ello puede ser causa de enfermedades neurodegenerativas, infartos cerebrales, ceguera, distrofia muscular, diabetes, sordera y pueden ocasionar la muerte de recién nacidos, niños, jóvenes y adultos. Por ello, no es extraño que se intente evitar la transmisión a los hijos de la anomalía mitocondrial de la madre utilizando la técnica de transferencia mitocondrial anteriormente comentada, pues se tratará de transferir el núcleo del ovocito portador de las mitocondrias alteradas a otro ovocito enucleado con mitocondrias normales. Así, en el nuevo ovocito híbrido la gran mayoría del ADN correspondería al núcleo de la mujer con las mitocondrias anormales, y solo una pequeña parte del ADN de las mitocondrias de la otra mujer.
Esta práctica que en principio puede parecer razonablemente aceptable presenta objetivas dificultades éticas.
La más elemental el utilizar la clonación para producir un ser humano con todas las dificultades éticas que ello comporta y la segunda utilizar la fecundación in vitro para producir el nuevo niño.
Pero adicionalmente a ello, existen otras dificultades éticas directamente ligadas a la técnica de transferencia mitocondrial que han sido comentadas por F Baylis, en un reciente e interesante artículo (Reproductive Biomedicine Online 26; 531-534, 2013).
Señala Baylis alguna de las principales objeciones contrarias a la técnica de transferencia mitocondrial que estamos comentando.
1. La primera el posible daño que puede padecer la mujer donante de los ovocitos, pues son conocidos los riesgos de la técnica de hiperestimulación hormonal a que debe someterse la mujer donante de los ovocitos, riesgos que pueden variar desde dolor abdominal, náuseas, vómitos, e incluso otros más graves con aumento de peso, dificultades respiratorias y efectos dañinos en otros órganos como vejiga, intestinos o útero, a la vez como daños indirectos a más largo plazo como ser disminución de la fertilidad, incluso infertilidad, hemorragias, riesgo tromboembólico incluso aumentar el riesgo de cáncer de ovario, pecho y colon, e incluso en muy raras ocasiones la muerte. Es decir, riesgos objetivos para una donante que no obtiene ningún beneficio a no ser los económicos.
En relación con los riesgos de la hiperestimulación ovárica y de su valoración ética negativa cuando se lleva a cabo con un objetivo que no sea el posible bien de la mujer hiperestimulada, nos parece de interés recordar que en el caso de la «primera clonación humana», la llevada a cabo por el coreano Woo Suk Huang, a éste se le apartó de todos sus cargos académicos no solo porque falsificara datos de su investigación, sino porque se sospechó que hubiera podido presionar a becarias suyas para que le donaran ovocitos para su investigación, donación que debió ser numerosa, dada la baja eficiencia de la técnica de clonación por él utilizada.
Pero sea de una u otra forma, lo que es indudable que utilizar una mujer para usar sus ovocitos como fuente de mitocondrias, tiene indudables dificultades éticas, difíciles de obviar.
2. La segunda dificultad ética a la que se refiere Baylis, es el posible daño que se puede producir a los niños nacidos por esta técnica, e incluso a posibles descendientes suyos, pues como él comenta, en el momento actual existe muy escasa información sobre la seguridad y eficacia de esta técnica, y además al promover una manipulación de la línea germinal no se pueden descartar posibles trastornos de salud en los posibles descendientes.
Tampoco se conoce si mezclar el ADN de las dos madres potenciales es médicamente seguro, o si puede ser motivo de alteraciones de salud aun no muy bien conocidas.
3. La tercera razón es que invalidaría los estudios familiares que se pueden hacer utilizando el ADN mitocondrial, impidiendo así tener información genealógica en ocasiones útil para establecer la identidad familiar.
4. La cuarta razón puede ser de carácter social, pues mientras ahora se plantea esta técnica únicamente para evitar la transmisión de enfermedades ligadas a alteraciones de las mitocondrias, también podría utilizarse para otros fines no ligados a un interés terapéutico. Por ejemplo, podría ser utilizada por una pareja de lesbianas en la que una proporcionaría el núcleo celular y otra las mitocondrias para generar el ovocito híbrido que posteriormente podría ser fecundado, para así tener un hijo que estuviera ligado genéticamente con las dos mujeres.
También se podría utilizar en acciones de mejora (enhancement), lo que indudablemente tiene importantes dificultades éticas que no es el momento de especificar aquí.
Pero a nuestro juicio, la transferencia mitocondrial utilizada para cualquiera de los fines anteriormente comentados tiene una dificultad ética de base y es que constituye una clara acción de clonación humana, con todas las dificultades éticas que esta práctica conlleva, que atentan directamente contra la dignidad del ser humano producido, lo que en ninguna circunstancia puede ser éticamente admitido.
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