Como nuestros lectores saben, en 2006 Jun Takahashi y Shinya Yamanaka, pusieron a punto una técnica, la reprogramación celular, que permite obtener a partir de células adultas muy diferenciadas células muy indiferenciadas, similares a las embrionarias, las células iPS. De éstas pueden derivarse prácticamente células de todo tipo de tejidos, lo que, sin duda, permitirá utilizarlas en la clínica humana en un futuro próximo y evitar así el tener que utilizar células madre embrionarias, lo que plantea objetivos problemas médicos y éticos.

Pero el mayor inconveniente para que estas células puedan utilizarse con fines clínicos es la baja eficiencia de la técnica que oscila alrededor del 1%.

Pero ahora se ha dado un gran paso para solucionar este problema y acercar el uso de las iPS a la clínica humana.

Un equipo del Instituto Weizman, en Rehovot, Israel, dirigido por Jacob Hanna, han publicado en Nature (502; 65-70, 2013) un artículo en el que ponen a punto un método para hacer que la eficacia de la técnica en la producción de células iPS se acerque al 100%, un paso fundamental para hacer real su uso.

No podemos entrar aquí en descubrir pormenorizadamente los detalles técnicos, simplemente comentar que para conseguir la reprogramación celular hay que activar unos genes reprogramadores, el Oct, Sox 2, Klf 4 y Myc, que a su vez son inhibidos en su función por un gen represor, el Mbd3; pues bien los investigadores israelitas lo que han hecho es utilizar el gen represor con lo que han conseguido que la eficiencia de la técnica reprogramadora se acerque al 100%. Como antes decíamos un paso decisivo para acercar las iPS a la clínica humana.