Autor: Clara Lejeune-Gaymard
Rialp-2012
Una sustanciosa biografía del fundador de la genética moderna, descubridor de la malformación genética causa del Síndrome de Down y defensor de la vida humana desde la concepción a la muerte natural. Narrada con la frescura y naturalidad de una hija de un padre “que sabía amar”.
Su hija expone con claridad los principales trazos de su personalidad, su amor al prójimo que lo llevaba a decir a menudo “¿Qué debemos hacer por los necesitados? Más” y llamaba a sus pacientes “los desheredados”. Su lema: “Pase lo que pase, suceda lo que suceda, no nos rendiremos.” La autora dice: “A través de su amor a los enfermos, del respeto a la vida y su dignidad, y de su compasión ante el dolor, la medicina que practicó estuvo al servicio del hombre, y solo de él.”
Llama la atención su valiente “cruzar espadas con el darwinismo”, para él “todos los datos genéticos que conocía le llevaban a inclinarse de un modo intuitivo –aunque no probado – por la tesis que la humanidad procede de una única pareja…A día de hoy, es la tesis que sostiene la mayoría de los científicos.”
Sus argumentos en defensa de la vida perduran con la mayor vigencia, citamos uno de los que consideramos de capital importancia: “…sabemos que toda la información que determinará al individuo, que dictará no solo su desarrollo, sino su conducta posterior, está inscritas ya en la primera célula” y argumenta “si esa información no estuviera contenida toda ella ahí, jamás aparecería, pues desde la fecundación no entra ninguna otra información…”. Tesis que los avances de la genética y la biomedicina, en estas últimas casi dos décadas, no han hecho sino corroborar.
El libro aborda la vida de este gran científico que, no solo quería aliviar las enfermedades de la mente con origen genético, sino curarlas. Su obra continúa hoy con la investigación que realiza la prestigiosa Fundación Lejeune en Francia y USA con gran solvencia y eficacia.
Para animar a leer esta luminosa biografía citamos a continuación algunos párrafos del mensaje de Su Santidad Juan Pablo II, en ocasión de su fallecimiento el 4 de Abril de 1994: “En su calidad de científico biólogo, era un apasionado de la vida. Fue en su campo una de las grandes autoridades a nivel mundial. Distintos organismos le invitaban a pronunciar conferencias y solicitaban su consejo. Era respetado incluso por quienes no compartían sus convicciones… Fue uno de los ardientes defensores de la vida, especialmente de la vida de los niños no nacidos que, en nuestra civilización contemporánea, se ve a menudo amenazada hasta el punto que cabe pensar en una amenaza programada… El profesor Jérôme Lejeune asumió plenamente la responsabilidad personal del científico, dispuesto a convertirse en <<signo de contradicción>>, sin importarle las presiones ejercidas por una sociedad permisiva, ni el ostracismo de que fue objeto.”
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