Autor: Jeremy Rifkin.

Ediciones Paidós Ibérica S.A. Barcelona. 2009.

 

Hace ya unos meses apareció en las librerías esta obra, en formato de libro de bolsillo, reedición de una anterior; pero que según palabras del autor mantiene la vigencia en este terreno de la biotecnología por dos razones: en primer lugar: el ver cumplidas las predicciones enunciadas tiempo atrás, con lo cual y ante el desarrollo vertiginoso de Biotecnología ( en sus ramas genética humana y bioprocesos farmaceúticos e industriales)hacen necesario una exposición de los últimos avances en estos campos y su conexión con los anteriores, sus posibles consecuencias tanto a nivel humano como ambiental, y en segundo lugar, porque esta nueva industria, llamada en su conjunto Biotecnología, presenta nuevos retos y peligros para la seguridad de todo el ecosistema y muy en particular para el hombre.

El solo hecho de revisar el índice produce una extraña sensación de desasosiego, capítulos como: La vida patentada, Un segundo Génesis, Una civilización eugenésica o Sociología de los genes, por mencionar algunos de ellos, nos plantean ya una serie de interrogantes que tienen que ver muy directamente con la Bioética y como esa “nueva naturaleza” reinventada por el hombre, para que sea un lugar en donde él mismo se “encuentre seguro”, sin ningún tipo de dominación, que le permita mantener su acción y su plena libertad por más tiempo (el sueño de la eterna juventud)-

Naturalmente, esta nueva “naturaleza” diseñada genéticamente para mejorar la salud del hombre, la producción de alimentos, combustibles, materiales, etc., no estará en manos de todos, no será democrática en las decisiones que implican, razón por la cual se ve con preocupación la creación de un nuevo poder en esa alianza ciencia-economía, que como ya se ha experimentado en anteriores generaciones con la sociobiología, ha producido nefastas consecuencias al proclamar razas más puras y con derecho al poder sobre otras. A pesar de ello la tendencia en esta dirección continúa, ya no para enfrentar naciones genéticamente puras con las democráticas, sino para enfrentar al hombre con su propia naturaleza y volverlo cada día más “perfecto”.

No faltan, no podrían faltar, las afirmaciones del autor sobre la oposición de la iglesia católica al desarrollo de la ciencia, como viene siendo costumbre en estos ámbitos, al confundir el conocimiento científico alcanzado con la aplicación de dicho conocimiento al hombre, como corresponde al campo de la moral que los postmodernos científicos pretenden tomar y administrar según su arbitrio. En este tema, basta recordar que el aporte más importante a la Biología moderna la realizó un sencillo monje en el jardín de su convento, al descubrir las leyes de la genética sobre las cuales se establece todo el desarrollo actual y que como en otros muchos casos, no recibió ninguna objeción por parte de la jerarquía eclesiástica.

Todo lo anterior con una gran cantidad de casos que respaldados por una gran bibliografía, le dan a la obra un gran respaldo científico que obligan al lector a una mayor consideración y atención a estos temas para su reflexión y análisis, dada su importancia para la vida del ser humano y la supervivencia de la especie humana.

Luis Evaristo Ayuso